Capitulo 42: Último día en la Tierra

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Después de ese grandioso día, por la noche tuvieron  noche de pasión en la que los dos se quedaron durmiendo en un placentero sueño. Las felicidad entre los dos era tan bonita y tan perfecta que hasta ellos mismos se asustaban, tenían una compenetración de personas que se conocían de toda la vida. Y en parte así era, conocían todos sus miedos, pero también sus alegrías, sus metas, sus ilusiones. Las mañanas eran tan relajantes que Quino no deseaba separarse de ella, y al final antes de irse a trabajar por una cosa o por otra terminaban por hacer el amor, los ojos de los dos refulgían de felicidad por fin no tenían ningún obstáculo que les impidiera estar juntos, por fin eran ellos. Solo ellos Joaquín y Helena. Sin muros, sin barreras, sin nada que los interrumpiera en sus preciosas vidas. La chica iba y venía a casa de sus padres, entre medias buscaba trabajo pero no le salía nada, Quino le pidió que no le presentara a sus padres ya que…el mismo no se veía preparado a ella no le gusto la idea pero lo respeto, en cambio a su hermana no tuvo más remedio que presentárselo porque los pillo en un centro comercial…por un instante pensó que lo hizo a posta pero luego descarto la idea. Ruth estaba muy contenta con el cuñado que tenia ya que nunca había visto a su hermana pequeña tan contenta, tan llena de vida como con él. Eso le enorgulleció y en todo el día no pudo apartar esa sonrisa que desde hacía meses no desparecía de su cara, incluso cuando trabajaba y mataba a algún individuo…aparecía sin querer. Él no se había replanteado dejar el trabajo, sabía que Helena no aprobaba lo que hacía pero también sabía que no le pediría elegir. Ella no era así. Se lo confeso tiempo atrás.

-Nunca te daré a elegir Quino. Si para ti es importante, entonces yo te respetare. –Le había dicho.

Le encantaba tenerla cerca porque ella era su eje, su vida entera. Con ella todo era más llevadero, no costaba tanto despertarse por las mañanas, ni tampoco dedicarse a lo que se dedicaba. Ella solo ella. Nadie más. Estaba fumando su cigarro en la casa cuando vio un coche aparcar fuera, nunca lo había visto pero presintió que era algo malo. Cogió su pistola guardándosela en el bolsillo. Salió al jardín. Del coche, un seat león negro salió un chico rubio de ojos azules todo trajeado.

-¿Te puedo ayudar en algo? –Dijo serio

-Yo creo que sí. –Contesto el extraño, del interior de su chaqueta se saco una cartera que abrió mostrándole el escudo de la policía. Él le miro con superioridad

-Soy el inspector Raimundo Fernández, de la brigada del crimen organizado –Dijo el rubio –Me gustaría revisar la casa

-¿A causa de qué? ¿Tiene una orden?

-A causa de que… ¿Quino de verdad tenemos que jugar a esta tontería? Sabes de sobra los delitos de los que se os acusan, no lo pongas mas difícil. –El estaba de brazos cruzados –No tengo la orden pero la tendré. Si vengo con mi equipo esto será peor tanto para ti como para todos los que estáis en esta casa, incluso para tu chica

-¡Que! ¡Ella no tiene nada que ver! –Le dijo con rabia –No la metas en esto.

-Entonces déjame entrar –No se movió –Entonces te vienes conmigo a comisaria

-¿Que está pasando aquí? –Dijo Galván. Al ver a la policía le miro con ojos entrecerrados –¿Qué haces aquí?

-Eh! Mucho cuidadito Galván, que con un solo movimiento de mi mano te vas a la mierda. Tu hombre no me deja pasar a tu casa. –Se miraron los tres –¿Acaso pensabais que no os íbamos a pillar? Era cuestión de tiempo. Los cadáveres de Marisa del Rio, Leonardo Torre y Orlando Jarcia, creo que son pruebas suficientes como para delataros.

-¿Por qué no haces bien tu trabajo madero? –Espeto con asco Quino –Nosotros no matamos a esos tíos.

-Sigue hablándome así y te enteras –El rubio subió las escaleras hasta encararle –¿Me dejas pasar o me llevo a tu hombre como rehén?

Un disparo a mi corazón. EDITANDOHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin