Capitulo 28: Reino Andalusí (2º Parte)

4.9K 156 3
                                    

-¿Me das un beso antes de irte? –le rogo con la voz cuando se separo

-¿Solo quieres eso? –Le pregunto con una tierna sonrisa, ella se la devolvió. Fue acercándose a los labios de ella con lentitud, abrió la su boca metiendo la lengua con lentitud saboreando, impregnándose del sabor dulce, relamiendo cada lugar prohibido, entrelazando sus lenguas, fusionándolas hasta no quedar ni una pizca de aire entre ellos. –Cuando te beso me pierdo en ti, eres deliciosa. Mi rubita. Nos vemos luego preciosa –Se despidió de ella con un guiño de ojos.

La chica siguió hablando con la gente solo para no aburrirse, mas de dos veces se encontró con Orlando pero para su sorpresa no la molesto, pasaba por su lado le miraba con profundo deseo y desaparecía de su vista. A las 3 el chico volvió a ser suyo, comieron un poco del banquete, se despidieron de los asistentes y se fueron dirección al hotel. Una vez allí se pusieron ropa cómoda y salieron a conocer un poco la capital hispalense. Visitaron La Torre del Oro, La catedral, La Giralda, Los Reales Alcázares y la Plaza de España. Hicieron muchas fotos, rieron, posaron, se besaron, compartieron gustos y el chico le conto que Sevilla le encantaba. Llegaron al hotel a las 10 de la noche. Se metieron al restaurante a cenar, después subieron a la habitación y se cambiaron para ir a la discoteca en la que estaban invitados, ya que uno de los empresarios era el propietario. El chico le eligió un vestido color rojo con la espalda descubierta atado a un solo tirante, el se puso un traje azul marino con camisa blanca sin corbata. Al pasar a la discoteca muchos hombres se giraron al verla pasar, el se la pego a su cuerpo de modo posesivo, se puso tenso. La chica lo noto y ella también lo hizo sin querer.

-Lo siento, es que te están comiendo con la mirada –Le dijo el chico.

-No pasa nada. –Se empezó a reír por lo bajo

-¿Te ríes de mi? –Le pregunto un poco brusco y le cogió la cadera mas fuerte

-No –Dijo seria –Es que…siempre que me das la mano, me acaricias los nudillos con el pulgar. Y es un gesto curioso. Solo…solo me reía de eso –Dijo la chica con un poco de miedo. Notaba lo alterado que estaba, no quería enfadarle.

El clavo la mirada en la de ella. Era muy seria, le cogió la cara con fuerza y le beso con brusquedad, le hacía daño cuando pasaba su lengua por su boca. Los movimientos precisos, llenos de furia, enfado, les alteraron hasta casi no poder respirar, cuando se separaron el volvió a dejarla sin aire. Subió la intensidad demás recorriendo la boca de la chica con deseo sin contención, y eso la excito. Le respondía con la misma intensidad hasta el punto de fusionarse entre ellos en un solo movimiento. Tuvieron que coger aire, apoyaron sus frentes, cerraron los ojos y cuando los volvieron a abrir eran mechas encendidas. Sus respiraciones poco a poco fueron calmándose, sus corazones bombeaban a velocidades inalcanzables.

-Eres mi chica, mía. De nadie más Helena, no lo olvides. Siempre, grábatelo a fuego –Le susurro en los labios de ella.

-Siempre tuya, siempre mío. Grábatelo a fuego –Le repitió las mismas palabras con la misma intensidad, después le planto un beso con furia.

La llevo a la barra. La música era moderna de todo tipo aunque se colaban los cantantes andaluces cada dos por tres. Las luces brillaban en el vestido de la chica haciendo que sus curvas fueran más apetecibles y sus piernas un pecado tocarlas. El chico se había relajado considerablemente, bailaron un poco hasta que tuvo que irse para seguir con los negocios, la dejo en la barra pero antes deposito un besito en su hombro desnudo que convirtió en un chupetón, se quejo por lo bajo pero entendía sus celos, hasta ella misma se daba cuenta de los numerosos ojos que no paraban de mirarla. Más de dos chicos se acercaron, y los tuvo que mandar a paseo. Uno de ellos, era bastante guapo, la cogió de la mano sin darle opción de negarse y la arrastro a la pista a bailar. Se divirtió bastante, cuando termino la canción iba a irse a la barra pero la volvió a atrapar entre sus manos. El chico bailaba muy bien, el acento que tenía le hacía gracioso y no podía parar de reír. Daba vueltas mientras posaba las manos en la cintura de ella, una de las veces se dio cuenta como Quino miraba hacia ellos con ganas de asesinar al chico. En cuanto término la canción se despidió con dos besos y se fue de nuevo a la barra, pero se dio cuenta de que el posesivo seguía con la mirada puesta en el chico joven. Se impaciento bastante. Le daban ganas de ir a la mesa en la que estaban jugando al póker y decirle que él era único que le gustaba y al que quería. Pero se contuvo. Se miraron. Supo enseguida que tendría problemas con él en cuanto terminaran esa partida, en la que se jugaban mucho dinero mientras  hablaban sobre los negocios entre ellos.

Un disparo a mi corazón. EDITANDOWhere stories live. Discover now