Capitulo 41: Un Amor Eterno

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-Raúl –Dijo Galván, el chico levanto un poco la mirada triste y llorosa… así llevaba 2 semanas. Estaban en el hospital, después del incidente corrieron para traer a la pareja pero por desgracia ambos estaban al borde de la muerte, ninguno mejoraba. Todo lo contrario Quino ya había entrado 3 veces en quirófano porque uno de los disparo le rozo el corazón, Helena por su parte solo fue intervenida 1 vez pero no avanzaba. Estaba en el pasillo esperando a que el doctor Sánchez saliera para darle las novedades pero temía que no serian nada buenas…

-Deberías descansar –Le dijo su jefe, el negó con sus ojos enrojecidos

En ese instante salió el médico con solo ver su cara se sabía todo –Nada Galván, es como si supieran que están al borde de la muerte, como si no quisieran despertar…no puedo hacer mas. Solo mantenerles estables

-¡Quiere decir que no se van a despertar! –Le grito Raúl, el médico le miro triste –¡Joder es usted medico tiene que salvarlos! ¡No lo entiende uno es mi mejor amigo y a la otra la amo! –Grito empezó a pegar patadas y puñetazos a cuanto tenía delante

–Lo siento Galván. –Se disculpo el hombre abatido para después irse con la cabeza agachada.  

Paso un mes entero en que se metieron en agosto…cada día Raúl estaba más triste y lloraba sin poder contenerse no se hacía a la idea de perder a las únicas personas que le dieron cariño durante tanto tiempo. El estado de los enamorados no mejoraba pero tampoco empeoraba, el caso es que no despertaban. Estaban unidos hasta en la muerte cerebral…Galván iba y venía ya que tenía muchas cosas que hacer…entre ellas preparar el funeral de Quino y el de Helena…el doctor le había aconsejado que se preparara para lo peor porque no durarían mucho tiempo así ya que de un momento a otro podían morir…la verdad es que cuando le soltó eso Galván lloro pero en silencio, sin duda Quino era uno de sus mejores hombres y la niña que estaba a su lado…simplemente el día que se despidió de ella algo en su interior le hizo cogerla mucho más cariño. El tampoco se hacía a la idea de perderlos…le dolía tener que ver como esas personas que se querían tanto morirían sin poder disfrutar de ese amor que se tenían…los días siguieron pasando aburridos y constantes…Raúl estaba sentado en la cama de la chica, le tocaba la carita, bueno lo que no estaba lleno de tubos porque todo su cuerpo lo estaba. Acaricio su mano con cariño, la agarro con fuerza la dejo pero sintió algo…solo un pequeño movimiento…se froto los ojos… ¡Pero no estaba loco! Helena abrió sus ojos un poco, estaba mareada, miraba a todos lados sin orientarse…el salió corriendo a avisar al doctor. Este llego corriendo, la miro con una triste sonrisa, le hizo la típica pregunta de que si le oía a lo que la chica contesto con la cabeza. Con ayuda de la enfermera le quitaron el tubo que tenía en la boca pero le pidió que no hablara, hizo caso omiso.

-¿Dónde estoy? –Pregunto levantándose –Quino ¿Dónde está?

-Helena tranquila no hables –Le dijo el doctor mientras volvía a tumbarla, empezó a toser y le dio un poco de agua –Quino esta aquí –Señala la otra cama. La chica le miro asustada e intento levantarse de nuevo –No. Estas grave para de hacer esfuerzos o se te abrirán los puntos.

-¿Qué le pasa? –Pregunto llorando

-Está más grave que tu Helena, no sé si saldrá de esta –La chica comenzó a llorar con fuerza, Raúl le abrazo. El doctor tuvo que decirle la verdad porque supo que sería lo mejor.

El doctor pido al chico salir de la habitación ya que tenía que mirarla, durante un buen rato estuvo dentro y el aprovecho para llamar a Galván y decirle que Helena había despertado. Este se puso tan contento que se le saltaron las lagrimas quedo en ir a verla en cuanto pudiera ya que el trabajo lo tenía saturado. Cuando el doctor Sánchez salió por la puerta, una triste sonrisa salió de sus labios.

Un disparo a mi corazón. EDITANDOWhere stories live. Discover now