Capitulo 1: El inicio de todo [Editado]

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Narra Helena

Como cada día me dirigía a la oficina en la que trabajaba. Iba en el metro medio dormida y en cada parada me zarandeaba con el movimiento del tren. Había dormido muy poco debido a que hacia un par de horas había estado de fiesta con mis amigas. Tenía un dolor insoportable de cabeza y no tenía ganas de nada.

Trabajaba en una empresa dedicada a la gestión de transportes marítimos, mi jefe un señor de unos 58 años era bastante bueno y amable y nunca me pude imaginar lo que se me echaba encima.

Llegué a mi parada y me bajé, subí las escaleras mecánicas todo lo rápido que me pude, ya que notaba como me pesaban las piernas. Tenía la suerte de que mi empresa estaba al lado de la boca del metro así que no tenía que andar casi nada. Entré, fiche y me subí a mi despacho. 

Era bastante grande y amplio, con grandes ventanales desde los cuales se veía toda la ciudad, eso era lo que más me gustaba de todo el despacho. En la mesa, pude ver que tenía ya los informes preparados para que los archivara en el ordenador. Me senté en la silla y mis pies lo agradecieron bastante. 

De pronto llamaron a la puerta y sin darme tiempo a contestar entró mi jefe.

Llevaba puesto un traje de etiqueta que para mi gusto le hacía más gordito y bajito de lo que ya era. 

—Veo que ya estás aquí —Dijo con una sonrisa bonachona —Quiero que esos informes los archives y cuando termines, dirígete a mi despacho. Tengo que hablar contigo.

 Dicho eso se dio la vuelta y salió del despacho. Yo me quedé con cara de póker porque, quería hacerle algunas preguntas pero se fue tan rápido que no me dejo ni despedirme.

La mitad de la mañana se me pasó archivando los informes y haciendo actas. Cuando termine me dirigí al despacho del jefe. Llamé pero nadie contestó, volví a llamar y esta vez él mismo me abrió la puerta.

—Siéntate por favor —Me indicó una de las sillas. Yo le hice caso y me senté. No tenía ni idea de lo que quería hablar conmigo. Llevaba trabajando en esa empresa casi un año, me dedicaba a tareas administrativas pero también ayudaba  con la gestión de los equipos informáticos y cuando se producía alguna incidencia en ellos, los arreglaba. Todo esto se me hacia fácil ya que era ingeniera informática.

El jefe me explicó que por motivos de trabajo iba a tener que abandonar la ciudad un par de semanas y quizás algún mes más. Eso no me sorprendía en absoluto ya que estaba acostumbrada a que se fuera y no le viera el pelo en meses, pero lo que sí me pilló desprevenida fue cuando me dijo que yo debía acompañarlo. Intenté hablar con él para que me dijera el "porque", pero misteriosamente no paraban de llamarle al móvil, así que quedamos en que cuando terminara mi jornada laboral me lo explicaría todo. 

Salí del despacho muy confundida y dándole vueltas al viaje que iba a hacer próximamente. 

Ruidos provenientes del hall me hicieron despertarme de mis pensamientos. De repente me di cuenta de que la gente corría a mi alrededor en estampida por todos lados y sentía que me empujaban hacia no sé dónde.

Me caí al suelo y vi como por la entrada principal unos hombres vestidos todo de negro y con grandes armas en las manos empezaban a disparar a todos lados. Me quedé helada y noté que me entraba un pánico por todo el cuerpo que no me dejaba moverme, ¡No me lo podía creer! ¡Iban a robar! De repente noté un fuerte tirón de pelo, que me hizo levantar del suelo, me revolví pero el hombre que era más fuerte, me dio un puñetazo en toda la cara, e hizo que me cayera al suelo de nuevo. 

 —Ven aquí zorra —Dijo. Me volvió a levantar pero esta vez me sujetó con fuerza los brazos y me puso la pistola en la cara —Como intentes escaparte, te juro que te hago un agujero en tu preciosa cara.

El hombre me llevó a empujones a una sala en donde habían secuestrado a casi todo el departamento, y me hizo sentarme en el suelo. Estaba aterrada y me entraron unas enormes ganas de echarme a  llorar.

De repente de acorde de mi jefe, él seguro no sabría nada de esto, ya que se quedó encerrado en su despacho hablando por teléfono, aunque estaba segura de que no le habría dado tiempo de avisar a la policía ni a los de seguridad. Miré a mi alrededor y vi como la gente estaba acurrucada en toda la sala y procuraban no moverse, también había cuerpos llenos de sangre en el suelo, por suerte no vi a nadie conocido. 

Un disparo a mi corazón. EDITANDOWhere stories live. Discover now