Un disparo a mi corazón. EDITANDO

Capitulo 39: ¿Y Ahora que va A pasar?

Di Matteo estaba contento. Helena se quedaría con él para siempre, el estúpido de Quino no había podido llegar a tiempo a entregarle el contrato que Galván tenía que firmar si quería recuperar a la chica. Se recostó en su silla de cuero suave con las manos en la nuca y sonrió ampliamente. Sin poder contenerse miro por la gran ventana, era de noche y el club estaba a rebosar, por la mañana fue a ver a Helena y explicarle que su futuro estaba ligado a ese lugar, ella se derrumbo pero no dejo que la tocara. Le exigió respeto ya que ahora él era su jefe, decidió darle un poco de tiempo, esa noche trabajaría en la barra pero al día siguiente volvería a su rutina mientras que por las noches él la tendría en su cama, estaba tan pletórico que nada podía hacer que su cara cambiara o ¿Si? Quino entro en su despacho como un vendaval, detrás de él dos cuerpos llenos de sangre e inconscientes estaba en el suelo del pasillo el italiano se levanto de golpe, no esperaba verlo por allí tan pronto… si las miradas mataran…el chico tiro unos papeles en el escritorio, el otro los miro de reojo.

-Ya ha pasado el plazo –Dijo con arrogancia

-No me toques los cojones italiano de mierda. No he podido coger antes el vuelo porque los hijos de puta de tus hombres me lo sabotearon. Pero estaba firmado desde ayer.

-No te la llevaras –Dijo poniéndose una mano en el espalda, era donde tenía la pistola

-¡Ya estoy harto! ¡Helena es mía! O me la das por las buenas o me la das por las malas –De su bolsillo saco un mechero cuadrado, hizo un rápido gesto y lo abrió –Tu mismo. –Di Matteo sabía que no jugaba y que si quería podía prenderle fuego a todo su local con solo encenderlo

-Ella me pertenece además –Sonrió con malicia –Los hombres la adoran

-Has dejado que la violen –No pregunto sino afirmo. Con un rápido movimiento salto el escritorio y se dispuso a matarlo. Con sus puños golpeaba la cara del italiano, el arrebato la pistola tirándola a un lado y siguió con su pelea, estaba dispuesto a todo con tal de destrozarle por arrebatarle a su amor. Le puso las manos en el cuello con fuerza, el otro respiraba pero era inútil se quedaba sin oxigeno –Debería dejar que te follen por detrás para que veas cómo se sienten cuando las obligas a que las violen –Di Matteo abrió los ojos de sorpresa –Eres un cerdo, pensaba que eras un poco mejor que Orlando pero estar cortado por el mismo patrón –El mechero con la llama encendida lo paseo por toda la cara, lo dejo durante unos instantes en su barba acercándolo hasta churrascarla un poco, el inmovilizado grito de dolor pero más de miedo –Deberías saber cómo me las gasto cuando tocan lo que es mío –Cerro el mechero y se lo estampo en toda la cara. Un gran charco de sangre baño el suelo –Como te vuelvas a acercar a ella te mato –Lo alzo del pecho –¿Donde la tienes?

-Está en la barra sirviendo copas –Contesto Di Matteo con voz temblorosa

Quino salió corriendo de allí todo lo que sus piernas le permitieron, estaba tan furioso que cuando llego al club arremetió con toda la gente sin pedir perdón si quiera. La vio…llevaba escasa ropa. Un top color negro que dejaba al descubierto su cintura y una falda que era más bien un cinturón ancho de color rojo.

-Que te pongo –Dijo ella al ver a alguien acercarse a la barra. Sus miradas se encontraron. El pudo ver el dolor y sufrimiento en ellos…

-Sal de ahí –Le dijo en un susurro pero la chica no se movió, estaba en estado de shock –¡Que salgas de ahí JODER! –Grito, ella despertó de su letargo dando un bote. Pero el no espero a que saliera, alzo sus brazos y la cogió como la niña pequeña que era para él. La chica hundió su cara en su pecho llorando en silencio, al sacarla fuera que hacia un frio de mil demonios, le puso su chaqueta de cuero. –Mi amor ya esta, ya paso. –Intento consolarla

-No está –Dijo sollozando, se deshizo de sus brazos apoyando sus pies en el frio suelo –Quino –El volvió a abrazarla –No puedo ir contigo –El le miro confuso –Me han…me han… -Lloraba sin poder apenas hablar