Capitulo 34: Lucha en el Barro

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¡¡¡Preciosas!!! Aquí os dejo otro nuevo capítulo. He visto que hay lectores nuevos a los que les gusta mi historia, Me hace mucha ilusión!! Bienvenidos!! Y por supuesto a las que siempre me leéis, votarías o comentáis muchas graaaciaaassss!!!! Sin mas os dejo con Quino y Helena!! MiLLL besoss preciosaaass!!!!!

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Quino tuvo que tirar casi a Helena de la cama porque no quería despertarse y mucho menos levantarse. Le dio mil besitos por la carita, el cuello, le mordía con suavidad las orejas, los labios, la barbilla, las clavículas, el hoyuelo de la garganta, los mofletes…

-Deja de hacerme eso o de lo contrario no me levantaré –Dijo riendo pero sin abrir los ojos –No quiero irme a ningún lado quiero quedarme aquí para siempre contigo.

-Lo sé nena. Pero tenemos que volver preciosa. –Le dio besos por los ojos para que los abriera –Venga enséñame esos ojos verdes que me gustan tanto. –Ella abrió uno y luego el otro –Um que delicatesen verlos, pero esto me gusta más –Toco sus labios –Me encantan.

-¿Por qué tenemos que volver? No quiero, además hoy es…la violación esa… ¿tienes que participar de verdad? –Le pregunto triste

-Helena tengo que hacerlo. Me gustaría no hacerlo pero no puedo negarme además durante el tiempo que estamos con esas chicas…también hacemos negocios.

-¿Y yo que voy a hacer mientras? ¿Me quedare sola? Por lo menos ni Orlando ni Di Matteo me molestaran porque si están entretenidos en eso… es lo bueno. –El asintió –Pero… ¿Puedo quedarme en la habitación de la casa? No me gusta ver como luchan las mujeres por no ser violadas

-Prefiero que estés conmigo Helena, no me fio de los hombres de Orlando podían cogerte por orden de su jefe. –Ella asintió – ¿Sabes? Lo que me gusta de empezar a hacer las cosas bien es que… puedo contártelas, ya no tengo miedo y…aunque lo del puerto fue una parte muy dura para nosotros…tampoco te mentí.

-Es cierto fuiste sincero. Pero me sobrepaso…al igual que hoy…sé que no lo voy a pasar bien. Por lo menos no te veré…eso es lo que me consuela pero…aun así no lo apruebo. Nos tratáis como pañuelos de usar y tirar…no es justo. Somos personas al igual que vosotros, tenemos sentimientos, si un hombre se corta le duele tanto como a una mujer. –La chica bajo su mirada –Nunca voy a entender como hay perversos como…ellos que disfrutan haciendo daño, violándolas quitándolas la libertad, marcándolas para siempre con la vergüenza. Es muy fuerte. Tú…lo has hecho ¿verdad? –El apretó su mandíbula y ella suspiro con pesar –Creo que nunca me acostumbrare a esto.

El la abrazo con fuerza –Helena te prometí que un día te contaría todo y lo hare pero hoy no es ese día. Mi niña bonita, eres tan frágil y tan débil que me descolocas, eres mi mundo y todo gira en torno a ti. Lo último que quiero es que lo pases mal, voy a estar a tu lado hasta que me tenga que ir, sé que no va a ser fácil pero te ayudare, ahora vamos a ducharnos que nos tenemos que ir preciosa.

Llegaron a la casa de Orlando a la hora de comer, Di Matteo les felicito el año y Orlando hizo lo mismo. Comieron en el gran salón con los demás invitados, después salieron fuera. Helena se agarro con fuerza a la mano del chico, este le miro, le dio un beso en la mejilla e instantáneamente se tranquilizó un poco, por el camino se encontraron a Teresa quien les presento a su chico.  En la parte de la piscina donde estaba el cuadrado donde lucharían las mujeres había una carpa que era para evitar el frio de enero. Los invitados se metieron dentro, y se acomodaron en unas sillas. Orlando se puso en medio de la estancia y comenzó a hablar: Bienvenidos a mi casa a todos. Espero que estos días lo hayáis pasado bien pero esto no ha acabado –Se oyeron sonrisas perversas mas de hombres que de mujeres –Ahora viene lo mejor lo que todos estábamos esperando desde tanto tiempo. Mis juegos…mis adorables juegos donde todo vale. –Volvieron a reír – ¡Ratones! –Exclamo. 4 hombres todos vestidos de negro, musculosos y clavos sacaron con cadenas a 20 mujeres. Estaban con ropa interior, desaliñadas, y sucias. Expuestas en frente a todos – ¿A que son una preciosidad? –Dijo Orlando tocando el pecho de la que tenía más cerca –Bien, como todos veis tienen un numero en el pecho, tenéis que decidir en qué posición saldrá cada una. A los lados de vuestros asientos hay una lista con todas ellas, tenéis que marcar los números. ¡Ah! Y tenéis que participar todos –Dijo mirando a Helena que lo fulminaba con la mirada.

Un disparo a mi corazón. EDITANDOWhere stories live. Discover now