Capitulo 8: domingo por la noche

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Cuando despertó Quino estaba a su lado viendo la tele, sin camiseta. Al verla moverse la miro pero aparto enseguida la mirada no quería hablarle. La conversación con Di Matteo había ido mejor de lo esperado pero aun así…ella se levanto y se sentó en la cama sin mirarlo. Tenía la cabeza baja y el pelo le tapaba la cara, él como sabia que ella estaba mal se acerco y le fue a coger el brazo y ella se lo rechazo. Como respuesta cogió y con sus piernas rodeo su cintura para que no pudiera ir a ningún lado, se intento deshacer de ellas pero no podía. Él como tenía más fuerza la atrajo hasta su cuerpo de forma que se quedo tumbada boca arriba mientras que le observaba con los brazos puestos a los lados de su cabeza. Ella estaba seria y el también, intento levantarse pero él le sujeto los brazos con fuerza, intento resistirse pero solo consiguió hacerse daño. Con enfado le dio una patada en la entre pierna y eso hizo que le soltara pero no le duro mucho ya que él se puso encima de ella y le aprisiono tanto las manos como los pies, ahora sí que estaba presa.

-Me haces daño. –Le dijo con odio

-Si te estuvieras quietecita a lo mejor me pensaba lo de soltarte pero como sé que no le vas a hacer…

Ella le fulmino con la mirada y después se la aparto. Tenía el ceño fruncido y los labios igual.

-Ya sé que lo de Di Matteo lo has hecho por sacarle información pero Helena te dije que te mantuvieras alejada. Por lo menos hasta que yo hablara con él. ¿Me estás oyendo?

Ella asintió pero seguía sin mirarle.

-No tienes ni idea de todo lo que está en juego, un solo paso en falso y nos vamos a la mierda junto con el plan. He pensado que esta noche vas a bajar pero…vas a estar conmigo todo el rato. He hablado con Di Matteo, y me ha dicho que te disculpa pero que no le ha gustado nada el tono en el que le has hablado.-Helena… ¿Me oyes?

-Que te he dicho que si joder, mira que eres pesado.

-Eso era justo lo que quería escuchar.-le dijo riendo.

-¿Esta noche no tienes que hacer trabajos?-le pregunto con maldad.

-Sí pero no pienso tardar mucho. Teresa se encargara de ti y…

-Soy mayorcita como para tener una niñera, me las sé apañar sola. –le dijo mirándole con enfado.

-Sabes porque lo hago. No me fio de Orlando, ni de Di Matteo. Además tengo que recordarte que les interesas a ¿ambos?

-¿Y porque no me quedo en la habitación? Así no te daré problemas.-Le dijo con enfado.

-¿De verdad quieres quedarte aquí? Sabes que sería muy sospechoso y además no quiero.

-¿Todavía tienes miedo de que intente escaparme? –le dijo mirándole  

-No, pero no quiero que estés sola Helena. Así que te vas a arreglar y vamos a bajar a la fiesta. –el se aparto y ella se pudo poner de pie. Del armario saco un vestido negro muy corto y se lo tendió en la cama.

-¡Estás loco! ¡No me pienso poner eso! ¿Qué quieres que me violen directamente sin pedirte permiso?

-Helena no están corto. Pruébatelo.

-No. Ya te he dicho que no, además es muy feo y…

-Helena no me enfades si no quieres ponértelo…te lo pongo yo. Aunque no te puedo asegurar que…quizás no me sobrepase…bastante-le dijo mirándole con ojos picaros

-¡Eres un cerdo! –Grito- y cogiendo el vestido se metió en el baño.

A los pocos minutos salió con el puesto y a él se le salieron los ojos. ¡Estaba muy sexi, provocativa! El vestido era negro y moldeaba a la perfección todas las curvas de su cuerpo, era tan corto que dejaba entre ver demasiado…tenia cuello de barco y en la cadera un cinturón dorado. Los zapatos eran en negro de tacón alto, e iban atados a su tobillo. Ella estaba en jarras en la puerta del baño con el ceño muy fruncido moviendo el pie derecho de arriba abajo, por contrario él seguía mirándola atónito.  

Un disparo a mi corazón. EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora