COSAS DE LA NOCHE


Después de la partida de los bandidos, la calle Plumet recobró su tranquilo aspecto nocturno.

Lo que acababa de suceder en esta calle no hubiera asombrado a nadie en una selva. El arbolado, los setos, los brezos, las ramas entrecruzadas ásperamente, las altas hierbas existen de una manera sombría; el hormigueo salvaje descubre allí las súbitas apariciones de lo invisible; lo que está por debajo del hombre distingue a través de la bruma lo que está por encima del hombre, y las cosas ignoradas de nosotros, los vivos, se enfrentan en la noche. La naturaleza erizada y salvaje se asusta con la aproximación de ciertas cosas, en las que cree sentir lo sobrenatural. Las fuerzas de la sombra se conocen, y tienen entre sí misteriosos equilibrios. Los dientes y las garras temen lo inasible. La bestialidad bebedora de sangre, los voraces apetitos hambrientos en busca de presa, los instintos armados de uñas y mandíbulas que tienen el vientre por principio y por fin, miran y olfatean con inquietud el impasible perfil del espectro, vagando bajo un sudario, de pie, envuelto en su tembloroso vestido, que les parece vivir con una vida muerta y terrible. Estas brutalidades, que no son más que materia, temen confusamente la inmensa oscuridad condensada en un ser desconocido. Una figura negra, que le impide el paso, detiene a una bestia feroz. Lo que sale del cementerio intimida y desconcierta a lo que sale del antro; lo feroz tiene miedo de lo siniestro; los lobos retroceden ante un vampiro.

Los Miserables IV: El idilio de la calle Plumet...Where stories live. Discover now