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Naruto era consciente de lo importante que era para Gaara concretar de forma exitosa aquella misión que le fue encomendada por el susodicho, puesto que, en consecuencia de los recientes y desafortunados acontecimientos desatados los últimos días, la incertidumbre yacía latente entre los habitantes de la Aldea de la Arena y amainar tal angustiante sensación era en definitiva una de sus prioridades en la actualidad a pesar de lo limitado que de momento se encontraba, o por el contrario, no habría solicitado apoyo de Konoha en primer lugar. Era consciente, pero nada le quitaría de la cabeza la idea de que habían perdido tiempo valioso al verse atado de manos esperando los resultados del contenido de la única pista con la que habían dado desde que llegaron.

Como persona tenía algunos atributos de los que podía decir estar orgulloso, pero la paciencia no era uno de ellos, tuvo que contener sus deseos de entrar en acción y adentrarse en el centro médico con tal de ponerle punto final a la situación que tantos estragos acabó causando en los interiores de la Aldea de la Arena.

Pese a su carencia de paciencia y luego de que los resultados les fueron ofrecidos, pudo pensar orgullosamente de sí mismo y las hipótesis de sus compañeros dieron desde el instante en que tales pequeños y frágiles recipientes de vidrio llegaron hasta sus manos. Tal y como se atrevieron a suponer, los restos de la sustancia que yacía en el interior de dichos recipientes era una especie de somnífero o al menos eso es lo que concluyó en primera instancia luego de oír la explicación que le dieron junto a Lee, usaron demasiados tecnicismos de los cuales desconocía la mayoría, pero al menos pudo hacerse una idea de lo que se les intentó explicar.

Pese a su falta de paciencia y tras ejercer unos esfuerzos desmesurados por contener sus impulsos, Naruto salió del centro médico de la Arena en compañía de Lee, siendo este último quien traía entre sus manos los resultados del análisis por el que estuvieron esperando desde temprano.

Por su parte, Naruto apenas tuvo tiempo de disfrutar de las positivas sensaciones que lo abordaron al dar un paso más en su misión, puesto que al momento en que se encontraron de frente con las calles, la joven Hyuga no tardó en aparecer ante ellos, buscando informarles a ambos de los hallazgos con los que dio durante su patrullaje por los alrededores de la Aldea o al menos eso se atrevía a suponer, era lo más probable.

–¿Qué es lo que ocurre, Hinata? ¿Está todo en orden? –Preguntó Uzumaki, ciertamente extrañado de ver a la joven kunoichi sumida en un estado así de deplorable, agotada, recargando sus manos sobre sus rodillas en lo que intentaba recuperar el aliento.

–Has encontrado que puede servirnos, ¿no es así? –Frente a tal interrogante, la susodicha afirmó al efectuar un leve movimiento de cabeza, alzando la vista hacia sus dos compañeros de equipo.

Una vez que su respiración se recuperó lo suficiente, Hinata procedió a relatar con brevedad los descubrimientos que realizó durante la ausencia de sus dos compañeros de equipo, pero a su vez, preocupándose por entregar un mensaje claro y conciso, incorporando los detalles realmente necesarios.

Tras haber tomado la decisión de examinar los interiores de la Aldea desde una vista considerablemente más privilegiada, es decir, desde lo alto de los muros de piedra que rodeaban la poblada zona, Hinata fue capaz de percatarse cómo desde las lejanías de al Aldea dos sujetos cuyos rostros no consiguió visualizar, alejándose con cada paso que daban sobre la inestable superficie por la que transitaban, dándole la espalda a la joven que desde lejos los observaba.

–Así que dos hombres y una carreta con un cargamento de quién sabe qué... –Resumió Uzumaki, por más vueltas que le dio a la información recibida hasta que su cabeza comenzara a doler de tanto meditar, continuó sin ser capaz de establecer la relación entre ambos elementos. –Perdón, pero ¿qué tiene que ver con todo esto?

Don't dream, it's overWhere stories live. Discover now