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No sabría decir cuánto tiempo pasó desde que recuperó la conciencia, no tenía algún reloj al alcance que le permitiese corroborarlo, por lo que solo pudo hacerse una vaga idea de lo avanzada que yacía la tarde a causa del atrayente tono anaranjado que ejercía dominio sobre el cielo.

Desde que abrió los ojos fue aquella puesta de sol su única fuente de entretenimiento y no es que tuviera más opciones más allá de contemplar con fijación lo que ocurría en el exterior a través de la ventana que yacía a su costado, observar las ramas de los árboles mecerse de un lado a otro de forma constante por la aparente corriente de viento que afuera estaba manifestándose, además del inminente anochecer, eran su mejor panorama estando confinado en aquella cama de hospital.

Naruto Uzumaki, si bien se sentía considerablemente mejor en comparación al momento en que despertó, cuando sentía casi como si una torre se hubiese derrumbado por completo sobre su cuerpo, no pudo evitar ignorar aquella sensación de decepción que estaba abordándolo por la mera idea de no haber tenido todavía la oportunidad de ver a Sakura, estaba internado en el hospital que ella tendía a frecuentar después de todo, por lo que era muy probable, por no decir que era seguro, que ella ya debía de estar al tanto sobre su caótico regreso a la aldea. Para ese punto del día, un par de médicos y enfermeras se habían adentrado en la habitación unas cuantas veces con el propósito de corroborar su estado de salud y cada vez que aquella puerta era abierta acababa llevándose una decepción más al no ver a Sakura cruzar el umbral de la puerta.

Con un profundo anhelo estaba aguardando por su inminente aparición, había estado echándole de menos desde el momento en que puso un pie fuera de la aldea y lo único que quería era poder estrecharla entre sus brazos, solo habían sido días, pero sus deseos de verla eran tal que dichos días parecieron convertirse en semanas o incluso tal vez meses.

Tal y como había ocurrido con anterioridad, se presentó ante él para revisar su estado una vez más, esperando identificar una mejoría, o bien, algún deterioro y en todo momento se limitó a obedecer a la serie de peticiones que ella le hacía como si de una marioneta se tratara, los movimientos de su cuerpo eran casi automáticos. Durante el proceso, Naruto permaneció en absoluto silencio absorto por los pensamientos que por su cabeza estaban circulando, esperando al momento en que volviese a quedarse a solas en aquel cuarto de hospital para así poder retomar la única actividad que la ventana era capaz de brindarle.

No obstante, espabiló y volvió a poner los pies de regreso sobre la tierra una vez que un par de dedos fueron chasqueados a tan solo unos centímetros de su rostro a la altura de su frente, haciéndolo sobresaltarse en su sitio.

Se tomó unos momentos para examinar rápidamente el cuarto para acabar percatándose de que la enfermera que había estado haciéndole compañía no yacía por ningún lado y, en cambio, la mujer por la que estuvo aguardando ahora estaba tomando su lugar.

–Sakura-chan... –Alcanzó a decir, por un momento, fue como si la capacidad de hablar lo hubiese abandonado a su suerte, no pudo hacer más que mirarla, atónito.

–Si te encuentras así de destartalado, entonces no debes de estar muy bien que digamos. –Comentó Haruno, sin molestarse en intentar ocultar lo divertida que se le había hecho la situación, la cual la motivó a utilizar aquel tono sarcástico con él.

Luego de que finalmente consiguiese procesar quien yacía frente a él, Naruto recobró la compostura y, soltando una risita nerviosa, dijo. –Hehe, había comenzado a creer que no aparecerías nunca, Sakura-chan. ¿Qué tal has estado?

–Eso es lo que yo debería preguntarte a ti, estuviste inconsciente durante bastante tiempo. –Se explicó la joven kunoichi, sentándose al borde de la cama mientras acunaba con su mano el rostro de Naruto, expresando preocupación. –¿Sientes dolor en alguna parte?

Don't dream, it's overWhere stories live. Discover now