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Luego de un atareado inicio de sus trabajos como shinobis, Naruto y Shikamaru cruzaron sus caminos casualmente, a eso de las cuatro y treinta de la tarde, procediendo a hacerle compañía al otro en un intento por despejarse unos momentos antes de que sus servicios fuesen requeridos nuevamente. Nara provenía de las oficinas del Hokage y Uzumaki de la academia ninja, siendo igualmente el Hokage, Kakashi Hatake, quien solicitó su presencia en la edificación para hacer una no muy elaborada demostración a los más jóvenes, basándose tanto en el Taijutsu como en el Ninjutsu para atraer la atención de estos sobre el camino a seguir de un shinobi.

Estirando ambos brazos por detrás de su cabeza, Naruto dijo. –Hoy no estoy en mi mejor forma, no se supone que una presentación como esa me agote tanto.

–Solo hay que mirarte la cara, te ves como si hubieras pasado la noche en vela. –Declaró el joven Nara. –Supongo que no intentaste zafarte de tus responsabilidades hoy.

–No, no lo hice, si estoy así es por mis propias tonterías, no podía retractarme... se lo prometí a Kakashi hace cuatro días, no iba a romper mi promesa por un maldito dolor de cabeza.

–Sin duda, tú no cambias.

Solo fueron necesarios unos insignificantes segundos para que ambos divisaran dos caras familiares a lo lejos, Ino y Sakura yacían una junto a la otra caminando en dirección a ellos, por lo que cuando Shikamaru atrajo la atención de ambas, Naruto se animó a reincorporarse de su deplorable estado.

Ambas kunoichis captaron enseguida el llamado que les fue dedicado y una vez que los tuvieron a los dos de frente, Ino se dirigió a Shikamaru, su compañero de equipo. –Creí que habías dicho que estarías ocupado hoy, no estarás volviendo a tus estados de vagancia, ¿verdad? –Comentó, con claras intenciones bromistas de por medio.

–¿Qué hacían por aquí? –Preguntó Uzumaki, ahora rebosante de alegría.

Durante unos instantes, Ino le dedicó una única mirada bañada en desagrado, para luego formular la frase. –Asuntos nuestros, no merece la pena que te lo cuente.

–Ah... Si tu lo dices.

Naruto se extraño de recibir tal contestación, esas palabras parecieron ir dirigidas intencionalmente con aquel tono agrio y aunque le generara curiosidad aireó sus pensamientos, a lo mejor la malinterpretó debido al constante dolor punzante de cabeza que se rehusaba a irse.

Cuando Yamanaka pasó de él y dirigió su total atención sobre su compañero de equipo, imitó su accionar y dejó caer sus azules ojos sobre Haruno, tan solo mirarla le daba mala espina, la expresión de fastidio plasmada en su rostro no debía significar nada bueno, no era necesario un análisis muy minucioso para darse cuenta de ello. Ahora que lo pensaba mejor, ella había guardado silencio desde que se presentaron ante ellos y no parecía tener intenciones de darle inicio al diálogo, ni siquiera estaba mirándolo.

Teniendo cuidado de que sus dos amigos ahí presentes no lo escuchasen, posó su mano sobre el hombro de Sakura y casi en un susurro le preguntó. –¿Está todo bien, Sakura-chan?

–Sí, todo bien, no te preocupes.

Su respuesta fue cortante, en definitiva no se convenció de lo que sus oídos escucharon y quiso intentar indagar un poco más allá, pero se vio interrumpido por la repentina voz de Ino, dejándole con las ideas a medio camino.

–Mejor los dejamos, Sakura y yo aún tenemos cosas por resolver.

–No las molestaremos más entonces, dentro de poco es probable que también estemos ocupados hasta el cuello. –Contestó Shikamaru.

Después de otorgarles un despido rápido, Naruto se acercó a Sakura con la disposición de darle un corto beso en los labios, pero estos se dieron contra su mejilla en cuanto ella ladeó su cabeza, esquivando su gesto. Estaba perplejo, era consciente del mal humor que Sakura parecía traer consigo esa tarde y sabía cómo se comportaba cuando yacía en ese estado, sin embargo, nunca lo había despreciado de esa forma y más extrañado se sintió al verla pasar a su lado, alejándose en compañía de Yamanaka.

Don't dream, it's overDonde viven las historias. Descúbrelo ahora