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Eran alrededor de las nueve y treinta de la tarde, y como era de esperarse, cada año desde que se especializó en lo que a medicina respectaba junto a su maestra, la Quinta Hokage, Sakura se hallaba ofreciendo su ayuda en el hospital, las heladas épocas estaban a la vuelta de la esquina y era normal que en dicho punto los centros médicos procediesen a la realización de actividades a favor de los habitantes de la aldea y niños en especial, es decir, vacunas, las cuales les eran de ayuda para no pasar un invierno tan nefastos en temas de salud, reduciendo así la posibilidad de atrapar algún virus.

Aquella labor podría escucharse como algo bastante sencillo, sin embargo, incluso la tarea más fácil podía adquirir su grado de dificultad cuando de los más pequeños se trataba y su miedo incontrolable a recibir un pinchazo en el brazo, la mayoría rompía en llanto en cuanto su turno se hacía próximo.

Pese a los inconvenientes que se presentaron en el camino, Haruno y el equipo médico finalizaron con éxito su trabajo, Sakura, por su parte, exhaló en un pesado suspiro mientras acomodaba un mechón de su cabello por detrás de su oreja, desviando sus verdes ojos hacia la ventana, percatándose de cómo el cielo yacía completamente cubierto por las nubes grisáceas.

Ahora sin ningún otro paciente al cual atender, Haruno procedió a guardar las herramientas utilizadas a lo largo del día en su respectivo maletín, manteniéndose en pie junto a la mesilla ubicada aun lado del asiento en que atendía a quienes venían a atenderse con ella.

De repente, la concentración de Sakura se vio interrumpida en el momento en que una de sus compañeras de trabajo, Rui Nishimura, se presentó ante ella.

–Ah, Rui, no me di cuenta de que venías. –Comentó Sakura con confianza, deteniendo el movimiento de sus manos.

–Lo siento, no quería interrumpirla mientras estaba ocupada, señorita Sakura.

Rui tenía ya unos cuantos meses trabajando en el hospital general de Konoha, por lo que apenas venía integrándose al equipo médico, no destacaba demasiado al ser nueva y su personalidad tímida no le ayudaba demasiado, dificultándole su relación con los demás médicos, es más, apenas había hecho algo de contacto visual con ella al momento de acercársele.

–Tranquila, no estás obstaculizando en nada, solo organizo algunas cosas. –Se explicó la kunoichi de rosado cabello, procediendo a esbozar una leve sonrisa, demostrando simpatía. –No tienes porqué dirigirte a mi de esa forma tan formal, relájate un poco.

Liberando una corta risita nerviosa, Rui contestó. –No puedo evitarlo, siento una gran admiración por usted, tanto de sus habilidades médicas como de combate, así que no puedo evitar hablarle de esta forma.

–Eh, estoy agradecida por que estés diciéndome este tipo de cosas, en serio. –Confesó Sakura, ligeramente avergonzada. –Por cierto, ¿hay algo de lo querías hablarme específicamente?

–¡Ah, es verdad!, lo había olvidado. –Exclamó la muchacha de largo cabello blanco, espabilando ante las palabras ofrecidas por Sakura. –Me pidieron que le dijera que alguien ha venido preguntando por usted antes, creo que le ha dejado algo en su oficina.

Haruno se quedó con las palabras atoradas en la garganta al segundo en que procesó tal comunicado, Rui no le había dado ningún nombre, pero de algún modo, el nombre de Naruto fue el primero que se le vino a la mente, aunque rápidamente consideró que pudiese estar cayendo en una equivocación ante tal apresurada conclusión.

–¿Ah sí?, gracias por informarme, iré luego de que termine de ordenar todo esto.

–Yo podría continuar en su lugar, quizás sea algo urgente.

Por su parte, Sakura dudaba de aceptar tal ofrecimiento. –¿Estás segura?, tener que dejarte hacer esto tu sola tan de repente...

–No se preocupe, no es ningún problema para mí hacerlo, estaré aquí para cuando regrese.

Don't dream, it's overHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin