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A diferencia de otras ocasiones en las que podría decir que se vio ahogada hasta el cuello en trabajo yendo de un lado a otro sin mayores pausas para acudir en ayuda de quien lo necesitase, aquel día en particular había progresado con una tranquilidad inimaginable, pensó Sakura, rara vez desde que comenzó a dedicar la mayor parte de su tiempo a las artes médicas había visto un escenario tan apacible como ese debido a la escases de gente en el recinto hospitalario en comparación a días pasados. La diferencia era clara, abismal, no es que no hubiese nadie, pero sí lo suficiente como para que tuviese la oportunidad de sentarse en uno de los duros asientos que yacían ubicados contra la pared para no obstaculizar el paso.

Frente a tal escenario, la pesadez pareció cernirse sobre su delgado y joven cuerpo, comúnmente esperaría que la causa de dicho cansancio fuese la exhaustiva carga laboral que debía desempeñar al interior del hospital en que se encontraba y si bien se sentía orgullosa de hacer uso de los conocimientos médicos que adquirió bajo la tutela de la Quinta Hokage, debía de reconocer que, muy de vez en cuando, asistir a tantos civiles acababa por pasarle factura, el trabajo de un médico no era sencillo, al fin y al cabo, tenía sus altos y bajos.

Su falta de energía, en esta oportunidad, no se debía únicamente a la evidente escasez de trabajo, sino también al deprimente clima que poco a poco había estado apropiándose de la aldea desde hace unos días, aquellas heladas corrientes de viento que entraban en contacto con la piel de rostro, congelándole la nariz y las mejillas, esas persistentes, pero a su vez, breves lloviznas y aquel grisáceo cielo que yacía en falta de la claridad que los rayos del sol eran capaces de brindar y que ahora permanecía oculto tras unas espesas y oscurecidas nubes.

–Parece que comenzará a llover dentro de poco... –Pensó, deseando haber traído un paraguas consigo cuando salió esa mañana y que pudiese utilizar en el hipotético caso en que un diluvio se manifestara y prolongara hasta el momento en que fuera hora de regresar a casa.

Aunque permanecer sentada frente a una ventana que le daba una vista perfecta de aquel panorama que estaba desenvolviéndose afuera, Sakura debía de admitir que no era del todo desagradable para ella y era capaz de ver cierta belleza en él, lo cual resultaba ser un hecho ciertamente irónico, pues su nombre hacía clara alusión a los tiempos primaverales, pero no podía evitarlo, las temporadas de otoño e invierno, sobre todo esta última, tendían a generar en ella un efecto relajante. Comer y beber cosas cálidas, acurrucarse por debajo de las suaves y abrigadas sábanas, vestir ropas holgadas y cómodas desde la confortabilidad de su hogar... ese era el tipo de cosas que mayor disfrute le provocaban y que dichas épocas del año podían brindarle y por supuesto Ino difería completamente con tales gustos suyos, haciéndole ver en un sin número de oportunidades sus preferencias climáticas cada vez que el tema salía a la luz.

Sin embargo y fijándose ahora en los aspectos negativos de las heladas estaciones del año, también debía aceptar que el desaliento que acababa por tomar control de su cuerpo no era muy fácil de sobrellevar, pues le hacía aún más complicado cumplir con sus respectivas obligaciones y debía de ejercer un buen grado de concentración en ellas para hacer frente al agotamiento, por lo que la falta de trabajo, en esta ocasión, estaba jugándole en contra.

Sakura exhaló en un abatido suspiro, sin ganas de levantarse de aquel apartado asiento que había conseguido mientras vagaba por los pasillos, esperando encontrar algo que fuese de utilidad para entretenerla, fallando por completo sus intentos y sus ganas por tomar sus pertenencias para ir a casa no eran pocas. Deseaba enterrarse en la comodidad de su cama, o tal vez su sofá, a donde sea que sus pies la guiaran, probablemente nadie haría en falta su presencia, pensó, era un escenario bastante tentador.

Luego de divagar lo que para Haruno, erróneamente, parecieron ser largas y tediosas horas, consiguió volver en sí una vez que una cara conocida se presentó ante ella, atrayendo su atención.

Don't dream, it's overWhere stories live. Discover now