Capítulo 2

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1

Deslizándose por los pasillos del colegio, sigilosamente pasa Walter de salón en salón, persiguiendo a la dama de sus sueños, él la ve caminando erguida y balanceando sus caderas hipnóticamente.
Intenta pasar desapercibido porque es un chico muy tímido, si ella se percata de su presencia él no tendría palabras para responder o siquiera dirigirse a la chica.
Piensa mientras en alguna excusa para hablarle pero es un pensamiento superficial, porque en el fondo sabe que jamás va a ser capaz de hacerlo; y entre pensamiento y pensamiento la chica entra a la discoteca. Un gran desafío supone esto para nuestro intrépido pero tímido protagonista. 

¿Qué va a hacer ahora? ¿Dar por perdida la empresa y resignarse? ¿O de lo contrario arriesgarse y entrar a esa desagradable cueva de luces intermitentes y música moralmente cuestionable? 

...

Todo sea por cumplir su ardiente deseo de conocer el rostro de la chica que lo trae desesperado.

En un suspiro, sin pensarlo por un segundo más entra decidido, pasa la cortina y la puerta tan rápido como una ráfaga, sin darse tiempo a arrepentimientos, y una vez dentro comienza su calvario.

2

Esta es una escena complicada, voy a tratar de describirles lo mejor posible para que puedan entender todas las sensaciones que experimenta el desgraciado Walter. 

Primero que nada, el sonido retumba en sus oídos, no lo deja pensar fluidamente, las vibraciones interrumpen la libre comunicación de sus débiles neuronas, sus movimientos desorientados no dimensionan la situación; los cuerpos restregándose obscenamente entre sí, moviéndose de un lado a otro en medio de la marea humana como gusanos sudados y lujuriosos, chocando contra hombros, y traseros a la altura de los hombros que lo desconciertan.

 "¿Cómo llegan los traseros a estas alturas?"  —piensa. Es sobrehumano; intenta acercarse a la pared y aferrarse a ella con los sentidos embotados, entre la oscuridad y el ruido buscando a tientas un lugar seguro, mala suerte para él, que cuando llega a la seguridad de la pared Iván lo ve, sorprendido de su presencia grita su nombre y lo estira de nuevo al centro de la pista.

—¡Eh dj! ¡Baja la música un rato! —a lo cual el dj obedece, y levantando una mano Iván abraza por los hombros a Walter y sigue hablando—. Mi estimado Walter vino para divertirse, pero anda solo ¡¿Alguna chica que le acompañe esta noche y le enseñe a moverse?! —y una oleada de calenturientas, las más gordas en general, se abalanzan con estrépito sobre el flaco Walter.

—¡Noooo! ¡No me entienden! ¡No vine a esto! —grita Walter con aires de protesta y miedo, pero de nada sirve porque el dj de nuevo sube el volumen y la masa humana lo absorbe, unos traseros gordos restregándose contra sus piernas, una chica con cara de prostituta bajándose hasta sus pantalones, el pobre Walter sudando, pero de terror y nerviosismo; intenta varias veces salir, pero solo consigue dar dos o tres pasos y es estirado nuevamente al medio de esos cuerpos pegajosos y sudados.

Cuando pasan por lo menos 10 minutos Walter no resiste más, y pegando un tremendo salto olímpico sobre todos los cuerpos que se encontraban en el piso haciendo el tradicional Hasta abajo, llega del centro de la pista hasta la puerta. Una vez allí se tira en palomita hacia afuera antes de que alguien lo detenga, escena digna de una película de Jackie Chan la verdad.
Una vez afuera, exhausto, tirado en el suelo, respira profusamente, recupera la consciencia y recuerda sus objetivos, inmediatamente con fuerzas sacadas de la nada se reincorpora y se pega a la ventana a buscar a aquella chica, pero desde la seguridad de fuera, no se mete adentro de nuevo ni por todo el dinero del mundo.

3

Se levanta de puntillas, estira el cuello y mira por todas direcciones desde la ventana, y no porque fuera bajo y no alcanzara la ventana, más bien porque está dando todo, absolutamente todo por encontrar a lo que él ya considera "su chica", y cree espiritualmente que añadir ese esfuerzo extra a su búsqueda traerá resultados positivos.

Amor fanático (Inédito)Where stories live. Discover now