CAPÍTULO 9

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¿Qué diablos estaba pasando?

Ignoré a los recién llegados mirando el presupuesto de la semana que tenía sobre la encimera. Fingí estar ocupada sacando cuentas, pero fue un intento inútil de huir de mis problemas. Por mirar en otra dirección, no desaparecerían mis problemas.

Cuando sentí que aquellos dos nuevos clientes se habían detenido frente al recibidor, supe que ya no podría dilatar más aquel molesto encuentro.

Suspiré hondo en un intento de serenarme y cobrar fuerzas para enfrentar a mi padre que venía con un problema, un problema mayúsculo y moreno.

Virginia, quien estaba pasando el lampazo a un metro de nosotros, detuvo su tarea de manera inconsciente, y se quedó inmóvil viendo a los recién llegados. Pues, mi padre —y no lo digo solo porque sea mi padre, estoy siendo completamente objetiva—tenía un pie sobre los cuarenta, y las decenas de años no habían quitado ni un ápice de atractivo en él, es más, le habían sentado muy bien. Y el chico a su lado era de esa clase de personas que no podías quitarle ojo cuando invadía un lugar con su presencia. El crisol de genes variados había hecho de él un joven de una belleza muy inusual. Y Ellos dos juntos, para el ojo poco acostumbrado, era un choque bastante fuerte. Incluso vi a Virginia parpadear un par de veces con fuerza, como si intentara despertar de un sueño. No, querida Virginia, no es un sueño, esos dos hombres de otro planeta acaban de aterrizar en nuestro restaurant.

—Eso es nuevo —dijo mi padre mirando a la estatuilla que había encontrado su lugar en la recepción.

—Sí, es un regalo de mi prometido.

—¿Prom...? —mi padre pareció estallar con la sola mención de aquel apelativo. Bear se tensionó cuando mi padre, que hasta el momento fingió ignorarlo, le clavó la vista desde arriba con evidente intención de intimidarlo. Más que asustarme, volteé los ojos. Ya iba a empezar otra vez.

—Buenas tardes, señor Coop —me causó ternura que Bear intentara ganarse su afecto al ser formal con él sin saber que era un intento inútil—. Yo quería..., digo, yo sé que es un poco repentino, pero quería... —mi padre profundizó la mirada sobre él, lo que asustó aún más a mi novio, quién dejó escapar un "ay, Dios" que todos llegamos a escuchar. Pero lo vi tomar valentía y terminar lo que tenía para decir. Debo decir que me llenó el corazón de orgullo viéndolo ahí enfrentar a su mayor miedo, mi dramático padre—. Creo que es pertinente, y no quiero dilatar más la oportunidad... —Me aguanté la risa. No se estaba comunicando con una figura mayestática para guardarle tanto respeto, pero decidí dejarlo continuar— de comunicarle mis intenciones de concretizar mi relación con Jaseth; es decir, que como ya habrá visto, le pedí matrimonio...

—Es suficiente —lo detuvo mi papá. Yo lo miré expectante. Ya me parecía extraño que lo dejara hablar tanto —. Si estás pidiéndome permiso para casarte con mi hija, estás perdiendo el tiempo.

Las palabras de mi padre no me sorprendieron, estaban totalmente acordes a lo que podía esperar de él y de su personalidad histriónica. Pero lo que sí que no me esperé fue la reacción de Bear. Pensé que lloraría, que saldría corriendo, incluso que se lanzaría de rodillas al suelo para suplicar por mi mano, pero lo que dijo a continuación fue..., no sé bien qué fue, puede que se haya tratado de un repentino subidón de adrenalina y coraje, no lo sé, pero estaba segura que era un evento sumamente extraño por parte del tierno y temeroso Bear.

—No le estoy pidiendo permiso —dijo y todos lo miramos con los ojos bien grandes a causa de la impresión, menos Dennis, él se mantuvo neutral, no sé si por que aún no nos conocía bien, o solo estaba desinteresado de la situación—. Solo le estoy comunicando nuestra decisión.

—¿Estás provocándome? ¿Acaso quieres morir? —y así fue como mi padre se lo tomó personal.

—No, no quise faltarle el respeto, solo que pienso que...

—No soy idiota. Sé bien lo qué quisiste decir —mi padre se acercó peligrosamente a Bear, y solo necesité nombrar a alguien para que el temperamento de mi padre se enfriara de repente.

—Voy a llamar a mamá —lo amenacé.

—¿Por qué? No necesitas llamarla, solo estamos hablando —Mi padre pasó de verse como el cazador a la presa en solo un segundo. Intentó convencerme de que cambiara de opinión.

—Ja. Sí, claro. Si no te detienes ahora, voy a llamar a mamá y le voy a decir que estás interrumpiendo en mi trabajo —dije, y para agregarle más gravedad a la amenaza tomé el celular y fingí marcar su número.

—Bien, bien, ya entendí —levantó las manos a modo de tregua y luego pareció ofendido por lo que dije—. Además, no estoy aquí para interrumpirte.

—Pues, yo no veo que estés haciendo lo contrario —dije y guardé el teléfono al comprobar que el peligro había pasado.

Mi papá suspiró y luego me señaló a Dennis con una mirada.

—Vengo por él, por Dennis. Ya que necesitabas empleado, te traigo uno.

¿Qué? Debía ser una broma. La peor pesadilla hecha realidad. No, mejor dicho, mi padre me traía la pesadilla a mi lugar de trabajo. ¿Cómo se le ocurría sin antes preguntarme en privado?, con el chico aquí presente sería incómodo rechazarlo. Claro, no podía culpar a mi padre, él no sabía que quería mantenerme lo más lejos de ese chico en lo que fuera posible.

—Lo siento, pero ya contraté a alguien —dije y les presenté a Virginia. Ella saludó tímidamente con una mano mientras con la otra sostenía el lampazo.

Sonreí victoriosa, con esa excusa no había manera de que pudiera seguir insistiendo.

Claro, pero estábamos hablando de mi padre.

—Todavía tienes el cartel en la puerta. Recuerdo que dijiste que querías contratar a dos empleados. Aquí tienes el segundo —retuve una maldición, cierto, ellos sabían que con un solo empleado no me alcanzaba. Diablos. ¿Por qué me castigas, Dios? ¿Qué he hecho para ofenderte y merecer tu odio?—. Además, ya le prometimos a Helen, su madre, que trabajaría para ti. Está algo asustada de que su hijo trabaje con desconocidos.

¿Acaso su madre no ve la cara de malo que tiene su hijo? Dudo mucho que alguien intente estafarlo. Ah, supongo que es cierto eso que dicen sobre que el amor de madres es ciego.

Suspiré y me resigné a aceptar mi destino. Un destino que le encantaba jugar conmigo y tratarme como su muñeca de trapo.

—Si quieres puedes llamar a tu madre para confirmarlo, es ella quién le dio su palabra a Helen sobre que cuidaríamos de su hijo.

—No hace falta, te creo —Tomé el mandil que estaba reservado para mi segundo empleado y se lo entregué a Dennis, quien lo tomó mirándome seriamente. Me pregunté qué estaba pasando por su mente. Tal vez se preguntaba sobre mi negativa, no lo sé—. Póntelo, veremos en qué eres bueno. Dennis recibió la prenda azul con una expresión difícil de descifrar.

Y con eso mi padre se dio por satisfecho. Amagó para irse del local, pero lo escuché pronunciar un "Esta conversación la continuaremos en otro momento" de manera secreta y amenazante a mi prometido. Lo dijo con impunidad ya que creyó que yo no lo escuché. Lo dejé pasar, cuando vi que Bear solo se limitó a asentir entre firme y asustado. Sonreí al pensar en el esfuerzo que estaba haciendo al enfrenarse a él. Pero mi sonrisa no duró mucho, se desvaneció lentamente al ver a Dennis colocarse el mandil mientras era interceptado por Virginia con un "hola" y por un Bear bastante interesado en saber quién era el nuevo y qué relación tenía conmigo.

Suspiré. Algo me decía que no podía salir nada bueno de esta extraña combinación.  

FLASH-SIDEWAYWhere stories live. Discover now