CAPÍTULO 13

50 11 2
                                    

Al acercarme, me di cuenta que el panorama era muy distinto al que me imaginé. Este dúo de chicos enormes y con aspecto de pandilleros trataban de seducirlo —todo lo contrario a lo que uno esperaría de unos chicos que cargan dichas fachas—, pero, como el tierno de Bear era tan vergonzoso y puro, estaba segura que no sabía cómo rechazarlos sin herirlos. Ah, nadie se va a morir de dolor por ser rechazado una vez. Así que tuve que acercarme a su rescate.

—Lo siento, chicos. Pero está conmigo.

—Oh, así que tienes novia, lo hubieras dicho antes. Es una lástima, cuando eres tan lindo —Bear se sonrojó a más no poder y nos despedimos de ellos. Devon recién soltó el aire que estaba reteniendo. Socializar siempre le demandaba una gran carga de estrés de su parte. Sobé su hombro para ayudarlo a retomar. Luego me centré en Bear y sus mofletes rojos de vergüenza. Me reí, y mi parte malévola pinchó dentro de mí para molestar a Bear por eso.

—No puedo dejarte solo un segundo que ya me engañas— le dije fingiendo enfado. Bear se vio sumamente preocupado, negó varias veces repitiendo "no, no, no" y sin saber cómo explicarse bien—. Y encima con dos a la vez, eso sí que es tener descaro.

—Jaseth, te juro que estás malinterpretando la situación —Y ya no pude seguir con la broma cuando vi que sus ojitos cafés comenzaban a humedecerse—yo nunca te haría algo así.

—Lo sé, osito —lo abracé por el cuello—. Sé que no serías capaz—Y luego le di un pequeño beso, el cual él correspondió.

Volvimos a la barra antes de que nuestros asientos fueran ocupados por alguien más. Después de aquel incidente, el ambiente entre nosotros mejoró. Estuvimos bebiendo y riéndonos.

—Entonces, para vengarse porque sus padres no la dejaron comerse su pastel de cumpleaños un día antes, le quitó las etiquetas a cada una de las latas de reservas de la despensa. Los tíos se volvieron locos intentando adivinar lo que había dentro.

—Devon, no tienes que contar esa historia... —intenté que se detuviera.

—¿Cómo no contarla? Siempre fuiste una villana de pequeña, como esa vez que te escondiste en mi armario con una serpiente...

A Devon le encantaba molestarme y a Bear le fascinaba escuchar de mí, así que era imposible detenerlos. No me quedó otra opción que rendirme y me uní a ellos revelando también los secretos vergonzosos del pasado de Devon.

Al día siguiente, me encontraba en el trabajo y de mejor humor. ¡Sí que me había hecho bien salir con mi prometido y mejor amigo!, tal vez solo necesitaba relajarme un poco del estrés del trabajo y dejar de sobrepensar cada pequeño detalle.

Con ese pensamiento maduro en la mente, organizaba los utensilios y los ingredientes sobre el mesón con una enorme sonrisa satisfecha en medio de todo el rostro. Solo faltaban los tomates para preparar la salsa boloñesa. Miré el reloj. El distribuidor ya debería estar aquí, pero ya se estaba tardando.

FLASH-SIDEWAYWhere stories live. Discover now