CAPÍTULO 11

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Después de pasar varios segundos intentando procesar lo que había sucedido, mi cuerpo volvió a moverse. Sí, me quedé por casi un minuto completo petrificada cual estatua en medio de la cocina. ¿Había sido humillada? Algo me decía que sí, sin embargo, no quería aceptarlo. Puede que Dennis haya ganado la batalla, pero la guerra recién estaba comenzando.

De repente, vino una idea a mi mente: Dennis estaba allí afuera con esos dos. No sabía qué podía decirles ¿Qué pensaría Virginia de su jefa?, ¿y Bear? No quería que mi prometido se pusiera celoso o se sintiera inseguro por la llegada del nuevo empleado.

Me apresuré a salir y detener a Dennis en lo que fuera que estuviera planeando. ¡No lo dejaría arruinar mi vida!

Cuando salí de la cocina, me encontré a Virginia y a Bear parados del otro lado de la caja hablando con el recién llegado.

Me quedé petrificada. Esa no era para nada la escena que esperaba. No sé, creí que encontraría una pelea o algo. Tal vez tenía el ego muy alto como para esperar que dos chicos se pelearan por mí. ¡Jaseth, baja de la nube!

Sí, sí, puede que en esta hora no hubiera clientes, pero eso no significaba que pudieran estar holgazaneando. Me acerqué al trío de haraganes para regañarlos y mandarlos de vuelta a sus deberes, sin embargo, mis regaños nunca salieron de mi boca al escuchar la dirección que estaba tomando la conversación de esos tres.

—¡Ven, hermosa!, les estaba contando cómo nos conocimos —me llamó Bear nada más verme salir de la cocina.

Pero eso no fue lo que más me sacó de onda, no, ver a Bear tan amigable con Dennis, sonriéndole entusiasmado mientras contaba nuestra historia, y a Virginia tan atenta y riendo a carcajadas por lo que respondía Dennis. Y yo que salí de esa cocina creyendo que Bear sentiría celos, ¡qué ilusa fui! ¿Acaso soy la única a la que le cae gordo Dennis?

Me acerqué a ellos sin poder quitarme el gesto de estupefacción del rostro, pero estaban suficientemente sumergidos en su conversación como para siquiera notarlo.

—Fue en esa misma mesa donde nos conocimos —dijo ensoñador y señaló la que se encontraba junto a la ventana —. ¿Lo recuerdas, hermosa?

—Sí —respondí y una sonrisa se dibujó en mi rostro opacando un poco el naciente mal humor. Pues, cada vez que recordaba nuestro primer encuentro, todo malestar era borrado por la dulce imagen de aquel chico que me sonreía tímidamente junto a la ventana, pues, noté que quiso llamarme para pedir su desayuno, pero por alguna razón no se atrevía a hablar. Tiempo después, ya de novios, me confesó que esa timidez se debía a mí: "de solo pensar en tener que hablar con una chica tan hermosa, las palabras se negaban a salir de mi boca".

—¿Te acuerdas que pedí un wafle? —continuó evocando aquel cálido recuerdo.

— Un wafle con miel, con mucha miel —completé la memoria por él. Esta vez me dirigí a los otros dos que estaban de espectadores escuchando nuestra historia de amor—. Fue en ese momento que surgió su apodo...

—No necesitas contarles esa parte —me interrumpió Bear con ambas mejillas encendidas en vergüenza. La súplica sonó en voz baja, en un tono totalmente abochornado.

—Es una anécdota tierna... —dije, intentando aliviar su timidez. Bear siempre había sido bastante pudoroso con estos temas, y eso que tampoco era para tanto.

—Pero es una anécdota privada. Es nuestra —dijo y yo no pude evitar mirar a los dos interlocutores. Los ojos de Virginia estaban abiertos de par en par y Dennis me miraba muy seriamente. Me sentí observada y mis mejillas se tiñeron de rojo, imitando a las de Bear.

De repente, el recuerdo se reprodujo en mi mente como un flash:

—Consumes miel como un oso. ¿Cómo te llamas? —me había acercado a preguntarle, pues no pude quedarme en mi lugar al ver como el cliente vaciaba el frasco de miel sobre su wafle. ¡Ese wafle estaba, prácticamente, flotando en una laguna de líquido ambarino y espeso!, se veía muy empalagoso, pero para ese extraño cliente parecía tener una delicatesen muy fina y deliciosa ante sus ojos. Eso pude saberlo porque se relamió los labios varias veces antes de dar el primer bocado a la cuchara.

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