17 | «Aquello que parece un culo»

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—Ese, el de la mariposa —le indico al tipo encargado de trasladar los cuadros.

—¿Qué opinas de este, Sam?

Camille me enseña un cuadro que pinté hace masomenos unos cuatro años, cuando recién estaba comenzando y mi técnica no era mínimamente limpia.

—Se ve poco profesional ¿no crees? —ladeo la cabeza.

—Yo veo una chica llena de miedos enfrentando una nueva vida lejos de todo lo que conocía.

—¿En donde mierda ves eso, Cam? —Eri frunce el ceño intentando ver la pintura desde diferentes ángulos.

—Trabajar con artistas me llevó a aprender a interpretar el arte, puede que tú veas una chica tomando café junto a una hermosa vista de Central Park, pero yo veo más allá de esa ventana...

—Pásame el contacto de tu dealer, quiero un poco de lo que fumas —Eri le sonríe y las mejillas de Camille se tornan rojas.

Entre ellas pasó algo la noche de la exposición y siento que a Eri sí le gusta, pero su miedo al compromiso la hace buscar afecto en otra parte para no aceptar realmente lo que siente.

—¿Cómo es que viviendo con una pintora aún no sabes apreciar su arte desde otra perspectiva? —Camille deja el cuadro encima de la mesa y toma otro.

—Es que jamás me deja estar presente mientras pinta —Eri me saca la lengua—. Cuando veo sus cuadros ya están encerrados aquí dentro.

—Pues, ahora comenzarás a verlos en periódicos y por todas partes.

—Y también a Sam —Eri sube y baja las cejas repetidas veces—. La parejita de mentira que formó con Corbyn la está transformando en una celebridad. ¿Has visto sus seguidores en Instagram?

No nos dimos cuenta de cuanto han crecido mis seguidores hasta hace algunos días, cuando de la nada treinta mil personas comenzaron a seguirme. Ambas suponemos que fue luego de que saliera en los periódicos la foto de Liam besándome dentro de su auto, pero no estamos del todo seguras.

—A la gente le gustan los chismes —Camille da vuelta el cuadro que tenía en manos entornando los ojos—. Este me gusta.

—¿Soy yo? —los ojos de Eri se iluminan y cuando asiento su sonrisa se ensancha.

—¿Quieres que esté en la galería?

Es justo que se lo pregunte, al fin y al cabo es su rostro el que estará en manos de quien pueda llegar a comprarlo.

—¡Sí, Dios, sí! —chilla—. ¿Puedo tomarme una foto con él? ¡Nunca me dijiste que me hubieras pintado!

—No puedes publicar la foto en ningún lado hasta que alguien lo haya comprado —le advirte Camille posando el cuadro en el suelo y tomando el celular de Eri para hacerle la foto.

—Ya, no importa, solo es para mostrarle a Uri que yo soy la favorita.

—¿El chico de cabello marrón y dientes desparejos? —pregunta Camille con malicia.

—¡¿Uriel también tiene uno?! —me mira con los ojos abiertos como platos.

Camille carcajea y Eri la fulmina con la mirada.

—Por un momento mi ego rozó el suelo.

—Quiero pintarnos a los cuatro juntos —comento—. Uri, tú, Chris y yo.

—A mí ponme en el medio —dice Eri caminando hacia el fondo del depósito—. Uh, la, la...

Se oye un silbido cuando ella se pierde entre cuadros y al segundo siguiente aparece con un lienzo y una expresión de confusión plasmada en su rostro.

Una canción no fue suficiente [✓]Onde histórias criam vida. Descubra agora