27 | «Supe que no quería estar solo»

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El vago sonido de una melodía dulce me despierta. Aún sin abrir los ojos disfruto de las notas que comienzan a formarse y no llegan a su final porque se pierden y son reemplazadas por el ruido del grafito gastándose con furia trazo tras trazo. Me enderezo apenas en la cama y sonrío al encontrar a Liam sentado frente a mi escritorio con la guitarra sobre sus piernas, un lápiz descansando en su oreja y un montón de papeles hecho bollos esparcidos a su alrededor y por el piso. Mis ojos recorren el tatuaje que ocupa su espalda y noto como me ruborizo poco a poco recordando la noche en que mis uñas dejaron esas marcas sobre su piel; todavía sigo creyendo que está loco por habérselo tatuado, pero me gusta.

No hablo, sino que me quedo ahí contemplándolo mientras tararea esa misma melodía de hace algunos segundos, la toca en la guitarra y vuelve al papel. Repite las acciones en un bucle que se me hace adictivo. Verlo componer siempre ha sido especial; estar ahí mientras prueba melodías e intercambia palabras, escucharlo cantar y rezongar cuando no le gusta como suena así como también sonreír de satisfacción cuando consigue exactamente lo que quiere... Todo esto de alguna forma cambia algo en ti.

—¿Despertaste hace mucho? —pregunta mientras deja la guitarra encima del escritorio y camina hacia la cama—. ¿Escuchaste algo de lo que estaba cantando?

Niego con la cabeza y me hago a un lado en la cama dejándole espacio para que se tire a mi lado. Él me envuelve la cintura con sus brazos y recuesta su cabeza a mi estómago apretando los ojos con fuerza.

—¿Qué hacías? —pregunto sonriendo aunque ya lo sepa.

—Nada —miente descaradamente—. ¿Segura que no escuchaste nada?

—Solo como tarareabas —juego con su cabello tirando suavemente de él—. ¿Por qué? ¿Qué hacías?

—Escribiendo cosas —dice finalmente y noto su sonrisa sobre mi estómago—. Falta muy poco para que sepas de qué se trata. 

—Tu concierto es este viernes ¿no? —asiente con un casi inaudible sonido—. Eri puede cuidar a Theo, no creo que le moleste...

—Theo se irá mañana con la nonna...

—¿Tu madre ha vuelto? —mi pregunta sé que lo pone algo incómodo, pero quiero saber y también sé que aunque se niegue desahogarse con respecto al tema le hace bien.

Él me suelta y se acomoda hasta quedar con la espalda apoyada en el respaldo de la cama, aprovecho su posición para recostar mi cabeza sobre su regazo y disfruto de la satisfacción de sus dedos jugando con mi cabello despeinado.

—No sé si ha vuelto o si va a volver siquiera, si todavía la recuerdas sabrás que es fan de desaparecer cuando su familia la molesta o la necesita. 

—Para ella debió ser duro lo de tu padre... la forma en la que la maltrataba... no sales de eso sin heridas, Liam.

—Yo tengo las mismas heridas que ella, Sam —suelta un suspiro—. ¿Crees que con solo siete años escuchar a mi padre desearme la muerte no quebró algo en mi? ¿Crees que las golpizas que me daba no me destrozaban el ánimo? No me dolía, mi cuerpo podía aguantar veinte palizas seguidas, pero el sentimiento de rechazo era permanente en mi pecho. Tuve que aguantar muchas mierdas para que ella no tuviera que hacerlo y cuando por fin podíamos tener una vida mejor... cuando por fin éramos libres ella se fue a la mierda y reconstruyó su vida sin importar lo que dejaba atrás. Sin importarle que fui yo a quien dejó atrás.

—Deberías hablar con ella... —noto como todos sus músculos se tensan en medio segundo.

—En lo que a mi respecta, mis padres murieron y no sé, ni me importa, donde estén sepultados... —se encoge de hombros—. ¿Ya le has dicho a Erika que también vendrá al concierto?

Una canción no fue suficiente [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora