XX. Bajo el ojo de la amenaza

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Los muchachos de No Control eran muy extraños

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Los muchachos de No Control eran muy extraños.

Tenían rituales raros, como esperarse todos en la mesa antes de comenzar a comer o la de ver una película juntos antes de dormir. Esa, sin duda, era la más extraña de todas. Al parecer era lo único que no se permitían no hacer, así que me vi arrastrado al plan.

Y luego me obligaron a jugar al Dungeons and Dragons.

Pasamos la película bromeando con Paris, acariciándonos las manos bajo las frazadas y riendo cada vez que los chicos soltaban un comentario sagaz cuando, entre mi cursilería, dejaba un beso en los dedos de mi muchacho que sonaba demasiado exagerado y llamaba la atención de todos. Fue una película entretenida, y ellos en realidad eran buena compañía. París me llevó a una trampa contra goblins en el juego después y mi personaje murió mientras maldecía las malas intenciones del suyo. Luego me revivió y tomamos cerveza en la taberna.

Fue divertido. Extraño y friki, pero divertido.

Y pese a que creí que una vez estuviéramos solos otra vez París volvería a encender el horno que era él por norma general, fue agradable descubrir que también la pasábamos bien simplemente tirándonos acurrucados en la cama mientras conversamos de todo y nada al mismo tiempo. Nuestras manos estuvieron enlazadas todo el rato, me contó sobre su infancia en la finca, me contó de él, de sus sueños, de lo mucho que adoraba ser cantante, y yo le conté de mí y mis aspiraciones. Reímos, bromeamos, criticamos presentaciones que vimos en instagram y nos besamos antes de dormir.

Despertar fue otra historia.

No había sol aún. Desperté con una extraña sensación que se ancló en mi pecho, pesada y angustiosa. Como si alguien nos observara. Y supe que algo estaba mal, despertar a mitad de la noche con esa sensación era peligroso. Por inercia mire hacia él espejo de la habitación, lo había movido de su anterior posición solo para estar más tranquilo y pese a que no parecía extraño, su...aura me perturbaba.

Pero Paris no estaba en la cama. Aun adormilado estiré la mano hasta la mesa de noche para tomar el teléfono y ver la hora, cuatro de la mañana. Raro. Lo busqué en la habitación y no lo vi por ningún lado, pero juraba haber sentido su peso contra mí al dormir, el espejo volvió a captar mi atención. ¿Por qué apestaba a magia y por qué era tan conocida?

Me levanté en silencio, la habitación seguía a oscuras y no se escuchaba ni una sola alma en kilómetros a la redonda, pero ese espejo...me decía cosas. Me preocupaba.

Lo más seguro es que hubieran comprado un espejo que antes alguien usó para la magia, era la única explicación. Me acerqué a este y lo observé fijamente, preguntándome de dónde había salido y si no era una amenaza tenerlo ahí; con todo el incienso que estos niños quemaban, lo dudaba, al menos para Paris no sería un problema, no luego de todo lo que le dejé encima. Pero esa era la nueva pregunta ¿dónde estaba Paris?

Salí de la habitación con cuidado, las luces de la planta baja estaban encendidas y escuché murmullos nada más llegar al pasillo. Dios, era demasiado temprano ¿qué hacían despiertos ya? Aunque debía concedérselos, yo tenía que irme antes que el resto del personal llegara. Crucé el pasillo, la puerta de una de las habitaciones estaba abierta y a juzgar por la guitarra en la cama que reconocí como una que yo mismo compré y le regalé a Mateo, asumí que era su habitación.

La filosofía de Rex Gold.Where stories live. Discover now