INTERLUDIO V

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Había algo raro

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Había algo raro.

Alan, el cazador, presentía que algo raro pasaba.

Todo comenzó el día de su cumpleaños, cuando de nuevo les tocó renovar las protecciones de casa que por algún motivo siempre se rompían tras un par de semanas. Mateo decía que se debía a que seguro la comunidad mágica estaba detrás de ello y vivían buscándolos con magia muy complicada, su madre pensaba igual y Gen era quizás la única despreocupada al respecto.

—No es nada —decía—. Es normal que con la vida que llevamos la magia pierda fuerza de vez en cuando.

Pero Paris sentía que todo eso llevaba algo más que "ser normal", podía sentirlo en su interior, en su pecho. Quizás era solo paranoia a causa de haber soltado a aquel brujo que llevaban meses ocultando, y si bien se había ganado una reprimenda, logró que nadie lo rastreara. Esperaba que el brujo apreciara su regalo de buena fe y que pronto pudieran volver a reunirse.

Ojalá para entregarles el poder que buscaban.

Seguía sin saber cómo iba a hacer para que toda su familia y clan no se atreviese a atacar toda Rivershire. Tampoco creía que fuesen a dejar el lugar, pero ¿quizás trabajar tal y como los propios cazadores de la ciudad? Era obvio que Rivershire se manejaba de forma distinta a como ellos estaban acostumbrados, no era la ley del más fuerte, tampoco la del asesinato sin explicaciones. En Rivershire todos vivían en paz y la sangre solo corría si alguien rompía las reglas.

Ellos ya las habían roto varias veces, nadie estaba contento. Pero a su madre no parecía importarle.

Pero nada parecía estar bien. Era extraño, el ambiente era tenso, como si algo malo se avecinase; nadie nunca en su clan había sido capaz de predecir las desgracias, así que Paris estaba seguro que debía ser su paranoia y no una señal divina. Pero Rex estaba raro.

Era, a lo mejor, lo más extraño de toda la situación. Quizás él no lo había notado esa vez en casa de No Control, pero Paris supo que no podía sacarse la mirada de Rex de encima, y no era esa típica de enamorado, sino una más melancólica que dejó al muchacho preguntándose muchas cosas cuando estuvo solo después. Sus mensajes se sentían raros, como si la cantidad de emoticonos e insistencia en escribir fuesen para ocultar algo.

¿Estaba siendo paranoico?

Estaba siendo paranoico.

Pero por si acaso...

Le había mentido, no iba a ocultarse eso a sí mismo. Le había dicho que necesitaba verlo de urgencia por una emergencia, que había peleado con su familia y ahora le esperaba sentado en un sobre muro en el estacionamiento subterráneo de la disquera. Rex no le había contestado, pero Paris tenía la esperanza de que lo haría y llegaría en cuestión de nada, solo necesitaba verlo. Así que esperó.

Y esperó.

Y esperó.

Y Rex jamás llegó.

Paris comenzó a extrañarse cuando al pasar dos horas y revisar de nuevo el mensaje, no estaba ni leído. ¿Estaría ocupado? Era raro, Rex siempre le mandaba un aviso de que estaría ocupado por si llegaba a ausentarse por horas, y él hacía lo mismo. Le había dicho de la prueba de cámara, le había informado de los ensayos y Paris también. ¿Algo se había presentado? Volvió a escribirle y esperó paciente, con la esperanza de que se marcara que estaba en línea pero no hubo señales de vida, así que esta vez lo llamó.

La filosofía de Rex Gold.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu