XXIII. PADRE

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El problema de las buenas noticias es que en algún punto dejan de hacerte sonreír y se vuelve algo normal. Este no sería el caso si en el momento que Al abandonó mi hogar, Jeb y Mykal aparecieron, trayendo así de vuelta todas las preocupaciones que se habían esfumado con solo un par de palabras. Me devolvió a la realidad de que es una mierda tener una doble vida.

Actuar no era un problema, pero era un asunto demasiado mundano. Cantar no era un problema, pero no era nada comparado a la crisis mágica por la que estábamos pasando. Y mi relación podría ser un asunto mundano de no ser por lo obvio. Que no dejo de darle vueltas a él, a los cazadores y a todo.

Al menos me complace saber que Paris no parece extrañado por mi actitud, el teléfono es un excelente agente para aparentar, pero estoy preocupado. Lo extraño, muchísimo, agradezco al trabajo que nos ha impedido vernos durante días, pero creo que explotaré si paso un segundo más sin él...y al mismo tiempo, creo que me romperé si lo tengo al frente porque querré preguntarle de cara, de una vez por todas, si es verdad o no.

¿Cómo puedo preocuparme por el futuro en el mundo del entretenimiento, soñar con tener un Oscar por una increíble película, un Emmy o un Bafta por actuaciones esplendidas, cuando mi vida real está sufriendo una crisis existencial? Intento, de vez en cuando, enfocarme en los drama de una reina excéntrica como se conoce que es Rex Gold, pero es difícil con Bonnie mirándome de reojo a cada rato, con Mykal vigilándome como si temiera algo que no entiendo, o con Jeb tan híper vigilante de que no le corte algo más a Fleur por todo el estrés y tensión que llevo encima.

Y luego estaba el cazador y el estúpido poder que no sé cómo voy a no entregar. No está a discusión, no puedo hacerlo. Soy yo.

Así que todo tenía que salir perfecto, solo que la parte del plan que se encargaba de los cazadores aun no llegaba. Mamá aseguraba estar cerca de conseguir a su dios este, el Horus, y no había forma en la que una bruja francesa molestara luego de que estuviera muerta.

Pero mis deidades siguen sin responder.

Todo estaba casi listo: ya habíamos bañando nuestro espejo y el collar, aplicado el hechizo sobre ellos. Estaba anocheciendo y Jeb estaba rondando por mi hogar, junto a David para abrir un portal y llevar a Fleur la zona. Todos nos quedaríamos en casa, muy lejos del peligro y en caso tal de tener que aparecer, David lo haría.

Pusimos el espejo en la sala, el collar seguía en la mesa, esperando por Fleur. Había demasiada tensión a nuestro alrededor, estábamos impacientes y nerviosos.

Había pasado todo el día metido de lleno y el único respiro que tuve fue cuando Al llamó con más información sobre la prueba de cámara. Así que como regalo para mí, merecedor de un pequeño descanso antes de volver a sumergirme en mis problemas, me aparté del grupo para ir a la cocina y revisar, luego de toda la tarde sin verlo, mi teléfono celular. Decidí marcarle a Paris.

Para mi sorpresa contestó al segundo pitido.

Contestar tan rápido es un síntoma de desespero —bromeé, pude escuchar su risa retumbando en el auricular. Me llenó el pecho de gozo, borraba las preocupaciones aunque estas llevaran su nombre —. Hey ¿Cómo ha estado tu día?

Llamar primero es un síntoma de desespero —continuó él con la broma —. Estoy agotado. Ha sido un día largo. Solo quiero llegar y tirarme en cama, estoy metido en los camerinos de un lugar del que no tengo ni...

¡Hey Rex! ¡Sintoniza 'Mañanas dulces' mañana temprano! —el grito había sido de otro de los chicos del grupo, pero no reconocí la voz. Solo atiné a reírme.

La filosofía de Rex Gold.Where stories live. Discover now