XII. El zorro

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Mirarme en el espejo no debería ser tan importante el día de hoy, después de todo los estilistas cambiarían todo lo que creyeran conveniente para el video, pero no dejaba de dar vueltas por mi habitación como león enjaulado, deteniéndome frente al...

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Mirarme en el espejo no debería ser tan importante el día de hoy, después de todo los estilistas cambiarían todo lo que creyeran conveniente para el video, pero no dejaba de dar vueltas por mi habitación como león enjaulado, deteniéndome frente al espejo a cada momento para asegurarme que cada cabello estuviera en su lugar, que la barba estuviera bien cuidada y cortada, que yo me viera realmente bien. Claro que me veía bien ¡yo siempre me veo bien! ¿Por qué no puedo estar conforme de una vez y salir de casa?

Porque soy un imbécil.

Vamos, que eso ya es información de conocimiento general, pero me gusta recalcarlo, a veces es justo y necesario.

Faraón iba detrás de mí como un centinela, ha estado más guardián desde lo de las protecciones. Qué lindo familiar tengo.

Pero iba tarde y mientras más me miraba al espejo más tarde se hacía y no podía darme el lujo de llegar tarde ¿qué clase de profesional llegaba tarde? Yo no, si yo odiaba la impuntualidad, pero necesitaba verme bien.

REX, QUE YA TE VES BIEN.

Cerré los ojos frente al espejo, respiré hondo y me repetí millones de veces que los nervios eran solo una jugarreta de mi mente, aunque en realidad eran por la conversación que tuve con Bonnie hace unas semanas...y por ende, estaba nervioso por Paris.

El entrenamiento de la chiquilla se había tornado en una sesión de terapia y desahogo para mí, porque Bonnie se veía más comprensiva al respecto que Mykal —porque ya le había contado a Mykal, pero él me gritó y regañó por ser tan irresponsable—. Yo me había tirado al sofá mientras ella practicaba taichí en el centro del ático por alguna razón. Porque yo no le dije que practicara taichí, pero eso no era importante en ese momento. Le conté el pequeño percance que tuve con Paris cuando fui a su casa. Con lujo de detalles.

—Para mí es muy obvio —había dicho ella —. El chico te atrae. No es nada raro ¿No? Eres Rex Gold, has salido con miles ¿acaso es la primera vez que te hace dudar un mortal?

—La edad, Bon.

—Ya, sí, pero tienes más de quinientos años. Difícil conseguirte alguien de tu edad.

Y con eso había logrado tenerme pensativo por mucho tiempo. No podía mantener una conversación tranquila con Paris porque de inmediato recordaba lo cerca que estuve de besarlo y lo que Bonnie me había dicho. Para mi suerte, no habíamos podido vernos en un largo rato por culpa de que él estaba muy ocupado, aunque me tenía que declarar culpable al admitir que cuando el chiquillo me hablaba de tener un espacio libre en su agenda para vernos, siempre le ponía alguna excusa.

Lo estaba evitando lo más que podía, quizás estaba actuando como un niño al hacerlo pero ¿Qué otra solución tenía? Temía que si estaba solo con Paris, las cosas volvieran a ponerse...así. Quería ser responsable, pero todos sabemos que soy un desgraciado.

La filosofía de Rex Gold.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora