XXVI. El trato

504 53 19
                                    


Entré a casa como si corriese un maratón

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.

Entré a casa como si corriese un maratón. El sudor me caía frío por la frente y el corazón, pútrido en mi interior, deseaba salir de mi pecho en cada latido que daba. Era de madrugada, y no sé como fui capaz de soportar tantas horas luego de haber escuchado el sí que jamás en mi vida quise escuchar.

El silencio de mi hogar me mareó, tomé asiento a tropezones y oculté el rostro entre mis manos mientras los pensamientos me atiborraban como un huracán. Nada en esa casa estaba bien, nada de lo que vi y oí estaba bien. Incluso la mirada extrañada de Paris cuando me despedí entrada la madrugada, pese a que hubo un te quiero entre nosotros y un beso dulce pero angustioso. Algo estaba mal.

¿Algo? Todo estaba jodidamente mal.

Me sentí vivo y lleno una vez salí de casa de No Control, cuando mi magia volvió, el ruido constante de los dioses en mi cabeza estaba ahí, intentando llegar a mí por sobre mis pensamientos aunque estuviera volviéndome loco, y tras eso, la desesperación de no saber que hacer, porque era todo verdad.

Paris era el cazador de la máscara de zorro.

No Control eran cazadores.

Toda la familia de Paris eran cazadores.

¿Cómo fui tan estúpido? Ahora todo tenía sentido: su reacción en La Torre de Babel, la actitud de todos cuando el nombre de Paris se dibujó tras la muerte de Fleur, la conversación con Gen, sus reacciones cuando mi magia falló en casa de su familia, pero entonces-...mierda. Mierda. La conversación con Gen.

Ella lo sabía.

¿Lo sabría el resto también?

¿Lo sabría Paris?

No, no podía ser cierto. No podía saberlo. Me habría enfrentado, o lo habría hecho con su máscara, me habría matado porque eso es lo que necesitan ¿no? Ha tenido mil oportunidades, y cuando el cazador habla conmigo, su desesperación es tan palpable que es imposible que Paris no sea capaz de decírmelo de frente si acaso lo supiese. Solo Gen lo sabía.

Estoy jodido.

Faraón maulló de pronto, le vi acercarse por el pasillo y saltar al sofá dónde estaba sentado, tomando lugar sobre mis piernas. Me miró con sus grandes ojos verdes, ladeando la cabeza peluda.

—...Fui un idiota —le dije al gato, acariciándolo detrás de la cabeza —. Lo sé.

Maulló de vuelta, respondiéndome lo que nadie quiere escuchar luego de cagarla: te lo dije. Bueno, no me dijo un explicito "te lo dije", pero así sonaba, entiendo a mi familiar.

—Necesito arreglar esto, Faraón. No puedo-...No puedo matarlos, no a Paris ¿Y ahora que hago? Tampoco puedo darle la espalda a mi comunidad ¡Son mi gente! Sería traición...

—¿Rex?

Pegué un brinco, sobresaltado al oir la voz de mi madre. Llegó cubierta por una bata de satén a la que se abrazó, supe que debía verme en la mierda por la expresión que puso al acercarse.

La filosofía de Rex Gold.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang