1. Aeropuertos e intercambio de maletas

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🐼: Canción: GingaMingaYo - Billlie


Una semana antes

Cerré los ojos y respiré hondo al avión aterrizar. El capitán anunció la llegada y a los diez minutos, todo se volvió un caos. Murmullos, risas y llantos de bebés. ¿Cómo pueden hacerle eso a una pequeña criatura? Normalmente no me suelen gustar los bebés, pero aquí en este momento, los entiendo a la perfección.
El resto de los pasajeros buscaban y juntaban sus pertenencias. Me quité los audífonos y detuve la música. Lo guardé todo en mi bolso. Miré por la ventana, ya no estamos en casa.

— Hemos llegado —dijo papá a mi lado mientras se quitaba el cinturón de seguridad. Lo miré de soslayo—. Vamos, nos están esperando.

Bajamos del avión agradeciendo a las azafatas y atravesamos el túnel. Al estar dentro del aeropuerto, todo se sentía tan extraño. Como si no perteneciera ahí. Papá pasó su mano por mi cabello y me sonrió. Intenté regresarle la sonrisa con el mismo sentimiento que la suya, pero me fue imposible.
Realizamos el proceso típico al arribar. Nos dirigimos al área del transporte de maletas, papá no tuvo problemas en conseguir las suyas.

— ¿Te molesta quedarte sola? —comentó al tiempo que dejaba sus pertenencias conmigo— Tengo que ir al baño de urgencia.

— Te dije que no te comieras el flan.

Sonrió y se encogió de hombros. Negué divertida.

— Ve, yo espero mis maletas.

Caminó con paso apresurado. Piensa que caminar de esa forma nadie se dará cuenta de que se le está saliendo, hasta parece que aprieta el trasero. Típico de un intolerante a la lactosa retando a su estómago. Peor es cuando come helado.
Veía como los demás llegaban, conseguían sus pertenencias y se iban. Yo solo llevaba dos, una grande y otra pequeña. Logré identificar la más pequeña. Papá me dijo que les pusiera algún tipo de adorno para distinguirlas del resto, pero nada muy llamativo. Solo quedaba una maleta idéntica a la mía, pero mis instintos femeninos me decían que no era la mía. Tejí un adorno con lana, es una cadeneta doble amarrada en forma de lazo y esa no la tiene.

— ¿Aún no estás lista? —me preguntó al llegar a mi lado.

— Estoy segura que esa no es mía.

— ¿Por qué piensas eso?

— No tiene el lazo que le hice.

Se acercó y la tomó. Tenía un candado con contraseña. Sí, definitivamente no es mía.
Con una contraseña básica, la abrió y en su interior estaba lleno de ropa masculina. Primer día y ya el universo está en mi contra. La cerró y me hizo seguirlo hasta un puesto de atención.
No fue un error del aeropuerto sino el de otra persona. Alguien tomó la mía por equivocación.

— ¿Cómo es posible que eso pase? ¿No pueden contactarlo de alguna manera? —me empecé a impacientar al ver la poca colaboración ofrecida por la mujer detrás del cristal.

Hizo una seña para que esperara. Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos.

— Tranquila, Cami. La encontraremos.

— ¿Qué haré por mientras? En una semana iré a la universidad y mi dirección volverá a cambiar.

— Tengamos fe para entonces.

Torcí los labios. Papá siempre con su positivismo elevado, nuestras personalidades chocan demasiado, pero nos llevamos muy bien. Él es positivo y extrovertido, yo realista e introvertida.
El personal del aeropuerto logró darnos el nombre de la persona que tomó mi maleta por error y un número de teléfono. Quería quedarme a llamarlo para realizar el intercambio, sin embargo papá no me dejó. Nos estaban esperando y no quería perder más tiempo.
Un cartel con nuestro apellido podía verse al cruzar las puertas. Me congelé al instante y apreté fuertemente el mango de la maleta.

Aviones de PapelWhere stories live. Discover now