10. Cartas y deseos

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🐼: Canción: Zombie - Purple Kiss.


— ¡Robin! —salí del baño, alarmada. Ella levantó la mirada de su computadora— ¡¿Por qué el baño está rosado?!

Se encogió de hombros regresando a su computadora cubierta de calcomanías de diferentes animes, solo reconozco un par.

— Un unicornio borracho y con diarrea.

— No estoy jugando.

— Lo limpiaré después.

Bufé y regresé al baño. El lavamanos y la regadera están cubiertos de rosado pálido. Por más que le tiré agua y jabón, no se quita. Ni siquiera con alcohol. Inclusive el piso tiene gotas y las paredes por dentro de la regadera.

Me lavé los dientes, antes verifiqué que la pasta de dientes no estuviera rosada también.
Apagué la luz y salí para tirarme en mi cama. Después de aquel día en el que me encerré en el baño, salí y Robin no estaba. Mi mochila con todas mis pertenencias incluyendo el celular y la llave del dormitorio estaban dentro del dormitorio. No tenía ánimos de cenar así que me cambié a mi pijama y fui directo a la cama para poder descansar.

Cada vez que cerraba los ojos, revivía esa escena de diferentes formas. Solo dormitaba y me la pasé en vela hasta que escuché la puerta abrirse, me cubrí con la sábana y después de veinte minutos, las luces se volvieron a apagar.

Ni Robin o Phoebe insistieron con el tema, al día siguiente actué con normalidad y aunque noté que querían preguntar, agradecí que no lo hicieran.

En los siguientes días, no me topé con Dylan en ningún momento. Sé que estuvimos juntos en ciertos lugares, como en la cafetería o en el campo, más no insistió. Claramente ese hecho no pasaría desapercibido porque sí podía notar que me miraban y murmuraban sobre mí. Supongo que mi idea de pasar por una don nadie hasta graduarme no será un éxito después de todo.

— ¿Qué planes tienes para hoy?

— ¿Planes? Que risa. —me acomodé mejor en la cama, pero seguía estando boca abajo.

— ¿No te duelen las tetas estando acostada así?

— ¿Qué tetas?

Dejó de teclear y escuché una risita de su parte. Se supone que me iría desde el viernes para visitar a mis padres, pero debido a una confusión terminaron comprando el boleto para final de mes.

— Te preguntaba porque después de clases habrá una fiesta.

— Ah.

— Todos irán. Será muy divertido.

Torcí los labios. Apoyé mi cabeza de lado sobre la almohada mirando a la rubia. Seguía en pijama y estoy segura de que está terminando una tarea que dejó para último minuto. Al llevar una camiseta de tirantes, sus tatuajes podían ser vistos con mucha claridad. Son los conocidos tatuajes minimalistas con tinta negra. En el brazo izquierdo tiene: el más grande a unos centímetros del hombro; es una varita mágica con seis colgantes. El primero son los lentes redondos junto a la cicatriz de Harry Potter, el siguiente es la snitch dorada, unas zapatillas, el sombrero seleccionador, las reliquias de la muerte y, la plataforma 9 3⁄4. Todos los colgantes en diferentes alturas para que pudieran notarse. Más abajo de ese, un frasco con brillos y unas cuantas flores lo rodeaban, dentro del mismo habían artículos utilizados para la pinturas: lápices, pinceles con distintas brochas.

Continuando en el antebrazo, había uno mediano. Un solo trazo de la cabeza de un gato mirando hacia el frente, de esos dibujos que se realizan sin levantar el lápiz. Llevaba varias vueltas, pero era nítido y precioso. A su lado y cerca de la muñeca, el mar formando una ola dentro de un corazón. En el dorso de la mano tenía los números romanos MCMXL. En su dedo del corazón, una estrella de cuatro puntas y en el dedo índice una carita feliz en un círculo, los ojos y la sonrisa. Sin embargo, ese trazo era diferente: movido y suave.

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