Capítulo Extra (+18)

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— Que lluvia tan repentina —comenté mirando por la ventana de su habitación.

— Lo sé, las estaciones han variado mucho de su tipología.

Me pasó una toalla para secar mi cabello y mi cuerpo. La acepté porque mi cabello está empapado al igual que mi ropa, fue un torrencial.

— Ya se está pareciendo a Latinoamérica.

Envolví mi cabello en la toalla y apreté. Luego vi mis medias algo mojadas manchando el piso. Ambos nos quitamos los zapatos en la entrada, pero no se molestó al subir a su habitación sin secarnos primero. Se supone que iríamos al nuevo autocine a unas cuadras y nos agarró la lluvia.

Pasó una toalla más pequeña alrededor de su cuello y abrió los cajones del mueble. Lo observé a la distancia, no quería caminar más y hacer un desastre. Kiwi entró a la habitación y se dirigió hacia mí rozando su cuerpo con mis piernas. No dudé en agacharme para acariciarlo. Ha crecido mucho y recién cumplió un año de edad.

— Ya sabes dónde está el baño.

Miré hacia arriba y sostenía lo que parecía ser un conjunto de ropa. Su ropa. Levanté al pequeño gato y lo cargué en mis brazos.

— No es necesario.

— Contraerás un resfriado si te quedas así.

— Pero es tu ropa...

Se quedó esperando que dijera algo más y yo que él borrara esa idea de su mente.

— Y yo soy tu novio. Lo mío es tuyo —sonrió al notar mis mejillas sonrosadas—. Yo me ocuparé de Kiwi, tú ve a cambiarte.

— Está bien.

Le di un beso en la cabeza al gato y se lo pasé. A Kiwi le gusta que lo carguen, es muy cariñoso. Tomé la ropa y la toalla.

— ¿Y mi beso?

— Lástima, Kiwi es más lindo —torció los labios y reí.

— Puedes darte un baño, si gustas.

— Ah, bueno...

Terminé dándome un baño. No puedo creer lo que Dylan hizo por mí. Logré secar mi ropa interior lo más que pude y me miré en el espejo, luego de pies a cabeza. Estoy usando un suéter verde suyo y unos pantalones cortos con cordón para poder ajustarlo. Bien, podría verme como un bollo mal envuelto. Me quité los aretes y sequé mis pies antes de salir.

Cerré la puerta tras de mí y al segundo que volteé, Dylan se tiró dramáticamente hacia la cama con ambas manos. Dejé mi ropa en el piso al lado de la puerta y él seguía tirado.

— ¿Qué chucha contigo?

— Te imaginé muchas veces con mi ropa, pero ahora que te veo en persona... —hizo un gesto de dolor—. Es completamente diferente.

— ¿Por qué? ¿Me veo fea?

— Al contrario. Agh, mi corazón no puede soportar tanta belleza —agarré una almohada de su cama y se la aventé cayendo justo en su rostro.

— Cállate.

Se acomodó levantando su torso para mirarme. Ya estaba seco y con otra ropa.

— Lo digo en serio. ¿No te dolió caerte del cielo?

— Payaso.

Me senté en una esquina de su cama, sigue siendo un poco extraño. Ya he estado en la casa que comparte con su abuela, pero nunca solos y en una relación más allá de la amistad. Separé mi cabello en dos para empezar a darle vueltas con mi mano quedando como un remolino, así agarra forma y no quedará tan espolvoreado.

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