29. Cartas de amor (+18)

109 5 0
                                    

🐼: Valen Más - Morat

⚠️: ADVERTENCIA DE CONTENIDO

DYLAN

Camila sigue durmiendo plácidamente en mi cama. Después de la terrible experiencia en el auditorio, la traje a la casa de mis padres, por suerte solo Dani estaba en casa. Normalmente suelo pasar el mayor tiempo con mi abuela para que no esté sola, sin embargo decidí traerla a la casa donde me criaron la mayor parte de mi vida, también aloja muchos recuerdos no deseados. Diane, Mario, Luigi, Danielle y papá viven aquí, aunque papá suele estar encerrado en el estudio o en la empresa. Entre ellos decidieron posponer la ceremonia y todo lo que eso involucró hasta estar recuperado al cien por ciento, a pesar de eso Max y Aisha han hecho un excelente trabajo y un millón de gracias no bastará.

— ¿Sigue dormida? —me preguntó Dani asomándose a la cocina. Llevaba su cabello amarrado en dos moños o como a ella le gusta decirle, honguitos.

— Sí. Es posible que despierte pronto.

— Hiciste bien en sacarla de ese lugar, fue un momento traumático para ella y revivirlo mucho peor.

Dejé la jarra con agua sobre la encimera y fruncí el ceño.

— ¿Cómo sabes lo que pasó?

— ¿Hm? Ah —agitó su celular en su mano—, fue tendencia en Twitter.

— ¡¿QUÉ?!

— ¡Tranquilo! —levantó sus manos. Bufé y pasé las manos por mi cabello— Ya utilicé algunos contactos, borraron toda búsqueda relacionada —bien, eso me tranquiliza un poco—. Ayudó mucho que Camila no tenga redes sociales propias.

— Y ahora sé porqué.

— ¿Aún no saben quién lo hizo?

Negué y bebí del vaso con agua, se supone que era para Cami. La situación lo ameritó.

— Robin y Phoebe están en eso.

Nos quedamos en silencio, pero mi cerebro estaba a toda máquina tratando de conectar los puntos y buscando nuevas formas para afrontar sus demonios.

— Tú... ¿lo sabías?

Asentí sin dudarlo.

— En parte, sí. Me mostró sus mayores inseguridades, pero jamás eso.

— Carajo —murmuró. Dani no suele maldecir, ese es el papel de Diane, especialmente cuando está manejando—. Pobrecita. La muerte de la tía Mónica sigue siendo tan reciente, a esa persona no le bastó humillarla una vez y tuvo que revivir un dolor. Desgraciados.

— No puedo tomar nada en serio de lo que estás diciendo peinada así.

Hizo una mueca y golpeó mi espalda. Me reí y se sentó en una de las sillas del recibidor. Ella y Diane conocieron a la mamá de Cami mucho antes que yo. Cuando regresé un par de días después del funeral, les conté absolutamente todo lo que me dijo el día antes de morir y por supuesto, leímos las cartas. Eso nos volvió a unir, el lazo se volvió más fuerte y, en la madrugada los tres le escribimos una carta a mamá para enviarla horas más tarde. Siendo sinceros, no esperamos una respuesta, pero se sintió bien. Fue una forma de cerrar una herida que se mantenía abierta al dolor.

— ¿Cómo crees que papá se lo tome?

Serví otro vaso de agua y abrí el grifo para llenar la jarra. Nuestra refrigeradora tiene el dispensador de agua y hielo, jamás me ha gustado usarlo. Siento que es antihigiénico, sin embargo para los niños es más seguro y sencillo.

Aviones de PapelWhere stories live. Discover now