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°Normal para gigantes°
•R.L•
Roseva miró por la ventana esperando a que Remus apareciera,su carta a Hogwarts había llegado esa día,en su cumpleaños número once.
—Roseva ve a tu habitación —habló su abuela Hope detrás de ella. Roseva se sintió confundida porque había visto a su Padre llegar.
—Pero...
—Por favor, linda.
Roseva subió a su habitacion corriendo y miró por la ventana a su abuela salir de la casa.
Su abuela y su Padre discutieron esa vez,durante largos minutos,Roseva aún recordaba algunas frases de esa discusión.
No puedo llevarla conmigo.
No la quiero a mi lado en mi estado.
Ella no me necesita.
Lo necesitaba,enserió lo hacía,quería que la llevara a elegir su varita y comprar los libros,que le escribiera cartas y le enviara tabletas de chocolate.
Las cartas nunca llegaron.
El chocolate tampoco y no lo vio en cuatro años.
Roseva tamborileo sus dedos en contra de la madera de la mesa mientras escuchaba a su Padre hablar.
—Gracias a los severos controles del Ministerio de Magia alemán, durante los últimos siglos se han reducidos espectacularmente los asesinatos a manos de erklings. Son peligrosos para los niños en especial, los atraen con su canto.
—Se los comen como si fueran caramelo—dijo un Slytherin con falsa voz tenebrosa haciendo que muchos rieran.
—Entonces deberías tener cuidado—comentó Roseva—dicen que están relacionados con los elfos domésticos,Bruce,uno de los que sirven en tu casa podría comerte cual caramelo.
Roseva sabía que los Elfos no podrían hacer algo así,pero estaba segura de que la mente de Bruce no daba para pensar mucho al respecto.
—Tu puedes comerme si quieres,hermosa.
Roseva hizo el edeman como si fuera a vomitar.
—Mejor que te coma un erklings. No te rechazaría,aceptan cualquier porquería.
Algunas risas sonaron.
—Ya basta—paro Remus—para la próxima clase quiero una investigación completa de los gorros rojos.
Roseva se levantó y su varita de madera de laurel rodó por la mesa hasta terminar en el piso.
