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—Buenos días, su majestad — todos los hombres de la mesa se levantaron a recibirte y tomaste asiento al lado de Jazier

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—Buenos días, su majestad — todos los hombres de la mesa se levantaron a recibirte y tomaste asiento al lado de Jazier.

—Todos ya conocen mi situación y razón del porqué estoy aquí, tienen una queja del porqué una mujer se sienta aquí no podría importarme menos — dijiste y todos guardaron silencio.

—Comencemos — dijo Hoxur uno de los miembros de la corte —Nuestros comercios no están yendo tan bien cómo creíamos en la capital del Norte, tememos que tal vez no podamos comercializar todos nuestros bienes — Hoxur dijo preocupado.

Jazier se veía un poco preocupado, amaba a su padre pero debía admitir que su padre le había heredado un Norte casi a pedazos.

—Incrementen los vendedores y los bienes- — Jazier fue interrumpido por tu voz —¿Porqué no moverlo? — dijiste y todos voltearon a verte.

Un mapa del continente de Muikhandu se encontraba extendido sobre la gran mesa. Tomaste un pincel y comenzaste a marcar todas las rutas de comercio mientras todos prestaban atención.

Después de marcar las rutas, Gledaas otro miembro preguntó —¿Y eso qué tiene que ver, Reina? — genuinamente interesado, un círculo fue dibujado sobre una locación en específico; Firelands.

—En este lugar todas las redes de comercio se interconectan. Si controlamos ese lugar, controlamos todo el comercio rápido — dijiste y Jazier te observaba con una leve sonrisa.

—¡Mi rey, la idea de su esposa suena increíblemente buena! Deberíamos hacerlo antes que alguien se nos adelante — dijo Hoxus —Bien hecho, querida esposa — te felicitó y no te inmutaste.

Ambos iban hacía Firelands. —Gracias por eso — dijo Jazier verdaderamente agradecido —Te dije que ayudaría a nuestro reino, eso es lo que estoy haciendo — dijiste mientras mirabas por la ventana.

Jazier sonrió a tú comentario, su reino, de ambos para cuidar. Ese pensamiento le llenaba el estómago de un sentimiento muy extraño.

Firelands era un lugar desolado dónde no había casi nada pero tú lo veías cómo un lugar llenó de oportunidades.

—¡Mira esté lugar! — gritaste mientras comenzabas a correr. El viento tocaba tú pelo y tú vestido bailaba con la brisa.

Firelands era oficialmente parte del Norte y ahora comenzaban las construcciones.

4 semanas habían pasado y ambos se encontraban el la mesa discutiendo asuntos de la corte, era lo más que ambos habían hablado en muchísimo tiempo —¿Paso algo entre ustedes? — Zurey preguntó mientras comía —No mucho — respondió Jazier.

—(T/N) — Jazier dijo tu nombre mientras tomabas asiento frente a el en la pequeña mesa del lugar —Quiero agradecerte por todo lo que has hecho, quiero pedirte perdón- — Jazier no termino su disculpa.

—Eres un egoísta. No quiero tus pequeñas disculpas por cosas que de verdad no sientes. Yo tengo el poder que deseo, tú tienes al amor de tú vida contigo. Ese fue nuestro acuerdo, nada más. Todo lo que hagamos y lleguemos a hacer será para beneficio del pueblo, tus disculpas baratas caducaron hace ya bastante tiempo — dijiste mientras te levantabas y te marchaste.

Jazier se quedó perplejo, de verdad quería disculparse por todo lo que te había hecho.

—Alissa. — Jazier llamó a tú sirvienta —¿Sabes dónde está mi esposa? — preguntó —Su majestad dijo que iría al pueblo para ver a los plebeyos. — mencionó y el asintió.

Cuándo Jazier llegó todos lo rodearon pero el abrió pasó y te observo, juntó a unos guardias reales dabas comidas a las personas de la calle. Sabías que el invierno no duraba más de cuatro meses pero era muy duro es esos tiempos.

Llevabas un vestido azul de invierno con una capa negra. Ofrecías chocolate caliente a las personas y pan caliente, luego pasabas unos abrigos y zapatos donados para las personas.

—Muchísimas gracias, mi reina — un anciano sostenía tú rostro entré sus manos y besaba tus manos mientras ponías el abrigo alrededor de el.

—¿Te molestaría ayudarme? — ofreciste y el asintió —Aquí tiene — dijo ofreciéndole un abrigo a una mujer joven —Muchísimas gracias mi Rey — la mujer dijo agradecida.

—¿Haces esto muy a menudo? — preguntó Jazier —Llevó haciéndolo por los últimos dos años, te invité una vez pero dijiste que preferirías ser torturado de las peores formas que pasar tiempo juntó a mi — dijiste con una carcajada cómo si ya no te afectará pero Jazier se sintió mal.

Ahora que escuchaba toda la porquería que te hizo pasar, cómo podrías perdonarlo si ni siquiera se veía capaz de perdonarse a si mismo.

—Claramente los ingresos y poder han incrementado y ahora puedo ayudar más a las personas — dijiste mientras ambos observaban a las personas.

Giró la vista y vio una bola de nieve en dirección a su rostro. Escuchó tu risa —Perdió sus reflejos majestad — dijiste graciosamente y el recogió un poco de nieve —Ni siquiera lo piense — dijo persiguiéndote con una bola de nieve.

Una guerra de nieve empezó entré los niños de la aldea y de pronto una bola de nieve golpeó al Rey. El niño se veía muy asustado al darse cuenta de su acción y comenzó a pedir disculpas pero una bola de nieve suavemente llegó a su hombro.

—¡¿No te rendirás tan fácilmente?! — Jazier dijo graciosamente al niño y este se sintió más cómodo.

Jazier descubrió una perspectiva completamente diferente de la vida, lo hermoso que podía ser la simpleza, si era contigo, todos sus súbditos te amaban, de verdad te importaban sus súbditos, te preocupabas por el pueblo y su bienestar. No sólo eras su reina. Eras la reina de sus corazones.

Llegaste de la nada a cambiar todo lo que el creía correcto pero no se dió cuenta de ello hasta que ya era muy tarde.

Era un imbecil ¡¿cómo pudo haberte deshonrado de esa forma?! Aún así, amaba a Grizel pero también te empezaba a amar con incluso más intensidad que a Grizel. ¡¿Era egoísta de su parte quererlas a las dos?!

 ¡¿Era egoísta de su parte quererlas a las dos?!

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The Other WomanWhere stories live. Discover now