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Warning: Infidelidad, matrimonio organizado, actos delicados, amenazas grave, machismo, diálogos cuestionables, violencia, muerte, abuso de poder, crueldad, etc.

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—Quiero que tengas esto — dijo Rhaegall entregándote una daga dorada con un pomo del Sol —Esto le perteneció a mi padre y a su padre también. No soy muy bueno con las dagas pero tú dijiste que deseabas atravesar el corazón de Jazier con tus propias manos y pensé que tú serías su más digna portadora — dijo y le agradeciste.

—(T/N)... — sabías que cuándo te llamaba por tú nombre era algo serio —Quiero que después de todo esto seas muy feliz, quiero que nunca dejes de sonreír y no quiero ver tú rostro mojado con lágrimas nunca más — dijo abrazándote sin decir nada más.

Después del incidente de la despedida de Zurey Jazier sentía que ya no era seguro tener a Grizel con el en el Norte así que la envió con Samyrah en Firelands.

Grizel se encontraba frente al espejo, su cuerpo lleno de estrías, había ganado peso desde el embarazo, el embarazo había pasado factura en su cuerpo.

—Esperó que esta pesadilla se acabe pronto. No te preocupes bebé. Tendrás a muchas nanas que te cuidarán mientras mamá disfruta de la vida real que merezco — decía la mujer sobando su abdomen.

—Sólo esperó que todo salga cómo lo planee — dijo con una expresión preocupada y una sirvienta entró de repente al cuarto —¿Descubriste porqué mi padre no responde mis cartas? — preguntó Grizel —Mi Reina... — la mujer no podía formular palabras —¡Abre la boca! — Grizel gritó.

—Sus... sus familiares ellos fueron encontrado muertos afuera de su hogar — dijo la mujer —Se dice que fueron asesinados por el Rey del Sur — dijo la mujer y un dolor punzante arrastró a Grizel la realidad —¡Trae un maester! — ordenó mientras gemía en dolor y tomaba asiento.

El maester entró rápidamente al cuarto y recostó a Grizel en la cama. Unas cuantas horas habían pasado.

Se escuchó un bullicio afuera y cuándo las sirvientas se asomaron a la ventana vieron unas personas atacando la ciudad —¡¿Cómo pudieron entrar?! Esta ciudad esta fuertemente fortificada y las entradas secretas sólo las conocen... los regentes — exclamó Grizel dándose cuenta de lo que eso implicaba.

Sudor frío corría por la frente de Grizel y el miedo la congelaba.

Llegabas una armadura con el símbolo de la familia Vulcanys en ella. Una espada de 70 cm envainada en tú cintura y Rexyr a tú lado.

El hijo de Phebie se había vuelto tú fiel acompañante y confidente cómo Hailex lo era para Rhaegall.

Unos 20 minutos después Jazier llego a la ciudad y se encontraba con una escena que nunca pensó que vería en esta ciudad. Jazier desmontó y caminó lentamente hacía una figura que parecía femenina.

The Other WomanWo Geschichten leben. Entdecke jetzt