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Warning: Infidelidad, matrimonio organizado, implicación de actos delicados, amenazas grave, machismo, objetivación, diálogos cuestionables, etc.

—¡Te ordenó dejarme ir! — el hombre robusto con una cicatriz en su ojo derecho te cargaba sobre su hombro mientras te retorcías para salir de su agarré

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—¡Te ordenó dejarme ir! — el hombre robusto con una cicatriz en su ojo derecho te cargaba sobre su hombro mientras te retorcías para salir de su agarré.

—Señorita le pido que se calme, no la lastimaré. Pronto llegaremos a nuestro destino y usted estará bien — explicó el hombre ya cansado —Me dices que no me lastimarías y aun así me noqueaste por 3 días — le dijiste.

Ambos llevaban 10 días de camino, en todo momento intentabas escapar pero el siempre te atrapaba. Decidiste hacer el viaje lo más insoportable posible, tal vez te dejaría ir.

—Sabías que tienes unos segundos de conciencia después de que tu cabeza sea cortada — empezabas a hablar de cosas que leías en la biblioteca real para hartarlo pero más bien lo entretenía.

—¿Me puedes decir quién es el que te contrató? — preguntaste mientras relajabas tú cuerpo para hacerte más pesada —Alguien muy importante — dijo vagamente —Eso es tan informativo — dijiste sarcásticamente.

El viaje debía ser hecho a pie debido a que el caballo original había sido asesinado pero pronto llegarían a la ubicación dónde se encontrarían con su nuevo caballo.

Ambos se montaron pero el hombre insistió en mantener la distancia a pesar del poco espacio que el caballo proveía.

—Debe ponerse esto — te dió una bolsa de papas y te la pusiste sobre la cabeza —Esto es muy denigrante para ser la secuestrada es muy ofensivo — te quejaste y el sólo sonrió mientras reprimía su risa.

Los dos llegaron a una ciudad de noche y el te cargó dentro de un lugar dónde el extraño parecía ser muy respetado.

Fuiste llevada por el hombre de la cicatriz a un cuarto dónde fuiste encerrada. —¡Abran la puerta! — golpeabas la puerta fuertemente mientras gritabas —Quiero irme a casa... — te deslizaste en la puerta mientras te recostabas en la puerta y te dormías.

La mañana siguiente tú cuerpo cayó al suelo cuando la puerta fue abierta —¡Señorita! ¡Usted debía dormir en la cama! El suelo es muy rígido para usted — dijo mientras te ayudaba a levantarte.

—Venga, la ayudaré a bañarse — dijo dirigiéndote al baño del cuarto pero viste de reojo a la salida —No lo piense señorita, hay cientos de guardias esperando que usted haga algo para detenerlo. Sólo son intentos inútiles — explicaba la mujer.

La mujer se veía en sus 40s, con una apariencia rígida, cabello rojizo canoso, ojos negros y una aura de autoridad. Era muy respetuosa contigo pero aún así no podías evitar sentirte intimidada por ella.

—Mire cómo esta de sucia. Ese idiota no pudo cuidar mejor de usted — regañaba entre dientes al extraño —No se preocupe, le dare el cuidado digno de una reina — dijo la mujer mientras desgarraba tú ropa —¡Hey! ¡Ya basta! — exclamaste pero la mujer hizo oídos sordos.

Aun con su actitud indiferente ella fue muy cuidadosa contigo, cómo si en cualquier momento te fueras a romper.

Te vistieran con ropas muy lujosas y extravagantes además de ser menos abrigados a diferencia de cómo te vestías en el Norte.

—Déjeme ir, prometo nunca decir nada a nadie de todo esto — dijiste mientras sostenías sus manos entre las tuyas pero ella sólo te vio fríamente y siguió peinándote.

Te dirigieron a una sala del trono y las puertas fueron cerradas detrás tuyo. En el imponente trono se sentaba un hombre de unos 27 años.

Su cabello rubio casi blanco, ojos rojos, labios carnosos, presencia imponente, cuerpo bien trabajado.

—Hola, (T/N) — el hombre se levantó de su trono y camino hacia ti —No hay necesidad de ser tan tímida. Después de todo, pronto serás mi reina — dijo y tu estómago dio un vuelco.

—No por favor. Mi esposo está buscándome en este momento — dijiste un poco asustada pero esas palabras borraron la sonrisa del rostro del hombre.

—Mi nombre es Rhaegall Vulcanys — se presentó mientras posaba un pequeño beso en tu mano. Carajo, esté hombre frente a ti era el recién coronado Rey del Maldito Sur.

Esa noche fue una de las cenas más incómodas de tu vida. Una mujer rubia muy hermosa se sentaba en la mesa juntó a Rhegall. Se presentó cómo la madre de Rhegall. Dyannelly Vulcanys.

Días habían pasado desde que fuiste abducida por estás personas. Ni siquiera creías que Jazier de verdad estuviera buscándote así que te salvarías a ti misma si nadie lo haría.

—Esto es tan suicida, debí casarme con un panadero — dijiste repensando las decisiones de tu vida mientras asegurabas las sábanas en la cama y la lanzabas por la ventana.

Odiabas las alturas y ahora debías bajar hacía la libertad por una. Cerraste los ojos mientras bajabas y cuándo tus pies finalmente tocaron la tierra suspiraste aliviada.

El alivio duró poco ya que a tú lado yacía Rhaegall y sus guardias.

—Vamos — dijo tranquilamente lo cuál te asusto un poco pero igual lo seguiste.

—¿Crees que eres alguien elegida al hazar? Eres muy ingenua si lo crees, tú me pertenecías desde antes que lo supieras — dijo mientras se sentaba en el trono.

—Rey Rhaegall, Yo fui comprometida con el Rey Jazier del Norte. Nunca he tenido ninguna interacción previa con usted y no tengo ningún interés en usted — lo rechazaste lo cuál lo molestó.

—Tú debías casarte conmigo. Mi padre y el tuyo nos casarían cuándo tenías 15 y yo 19 pero el maldito de Brandon Galrath arruinó nuestros planes — dijo sosteniendo tú rostro cerca del suyo.

—Pero usted no lo hizo, no importa el pasado. Soy la reina del Norte y nadie cambiará eso — dijiste mientras sacabas tú rostro de su agarré.

—Yo puedo. Un contacto en el Norte  mencionó cómo tu esposo nunca te ha tocado, ni siquiera te ha besado y nadie presenció la ceremonia del lecho. Un matrimonio no consumado. Sigues siendo una virgen. Lista para tener a mis hermosos bebés rubios de ojos rojos — dijo mientras acariciaba tu rostro y miraba a tus labios con deseo.

—Serás mía. No te preocupes recompensaré todos esos años que el no te cogió — dijo lo cuál causó un aumento de temperatura en tú cuerpo.

—No te preocupes, no soy el hombre más solidario del mundo con mis súbditos, puedes ayudarlos a ellos cómo los ayudabas en el Norte. Tal vez eso haga tú vida aquí más soportable — dijo burlesco mientras caminaba a la salida.

—Nuestra boda será en 1 semana. Prepárate aunque ni siquiera lo necesitas — la puerta fue cerrada detrás tuyo mientras lágrimas rodaban por tus mejillas...

 Prepárate aunque ni siquiera lo necesitas — la puerta fue cerrada detrás tuyo mientras lágrimas rodaban por tus mejillas

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¡Les presento al villano!

The Other WomanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora