Sabías que tu matrimonio con Jazier Galrath, rey del Norte era meramente político pero aun así no podías evitar no sentirte mal al saber que el corazón de tu esposo no era realmente tuyo.
Warning: Infidelidad, matrimonio organizado, actos delicados, amenazas grave, machismo, diálogos cuestionables, violencia, muerte, abuso de poder, crueldad, etc.
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Tres meses habían pasado, Rhaegall te enseñó muchas habilidades de batalla diciendo que todos necesitan saber pelear sin importar su género. Rhaegall decía que si querías vengarte de ambos debías estar lista para pelear.
—Rhaegall... quiero que me acompañes a hacer algo— fue lo único que salió de tú boca y Rhaegall levantó la mirada —Si yo hago esto mi venganza empezará — dijiste y el se puso de pie.
—No preguntaré qué harás, seguiré tus órdenes y seré tú verdugo si ese es tú deseo — el hombre se marchó de la sala del tronó para alistarse.
Varios caballeros iban en la caravana y ambos regentes en el frente, estaban a punto de llegar a su destino —Después de esto no quiero ver ni un sólo caballo por mucho tiempo — dijiste y el río levemente —¿Todas las horas montando a caballo ya te cansaron? — dijo divertidamente —Bueno comparto el sentimiento pero no es el caballo lo que me molesta. — lo miraste de reojo —No me gusta esperar, esperé muchos años por ti y ahora no quiero seguir esperando — mencionó mientras llegaban a una hermosa mansión.
—Jazier construyó esté lugar para verse con Grizel y cuándo Grizel llegó a Terroinan, la familia de Grizel se mudó aquí — explicabas y Rhaegall finalmente entendió la razón del porqué estaban aquí.
Un sirviente salió de la casa —Solicitó ver al marqués en esté instante — decía tú esposo con voz exigente y el sirviente asintió con miedo mientras corría adentro del hogar.
Un hombre con gran parecido a Grizel salió del hogar —¿Rey Rhaegall, a que debo su imprevista visita? — preguntó el hombre inclinándose —Aquellos que doblaran la rodilla ante Rhaegall de la Familia Vulcanys mantendrán sus tierras y títulos. Los que tomaran las armas contra él serán derribados, humillados y destruidos. Ahora cuál es su decisión — anunciaba Hailex.
—Mi lealtad es con el Rey y Reina del Norte. El Rey Jazier y la Reina Grizel la cuál carga en su vientre a mi nieto — decía el hombre orgullosamente.
—Bien, morirás con ellos — muchos hombres entraron al hogar y gritos comenzaron a retumbar por sus paredes —Su hija hizo que mi madre sufriera por horas. Por cada hora que mi madre sufrió en parto se le será quitado un miembro de su familia — dijiste con la mirada distante.
Horas habían pasado y ahora todos los familiares del hombre estaban muertos —Puede irse — dijiste mientras ordenabas que lo soltaran y el se veía dudoso —Mi Reina- — uno de los guardias quería hablar pero Rhaegall lo detuvo.
El padre de Grizel comenzó a correr y nadie lo persiguió. Rhaegall te dió un arco y una sólo flecha. Respiraste hondo y disparaste. La flecha atravesó el cráneo del hombre y cayó al suelo.
Rhaegall puso su mano sobre la tuya y suspiraste —¿Estás bien? — preguntó preocupado y asentiste.
—Tengo un mal presentimiento — dijo Rhaegall con una mueca de amargura en el rostro —Debemos apresurarnos — dijo mientras incrementaba la velocidad del caballo.
La entrada del sur era un desastre —(T/N) ve y busca a mi madre — Rhaegall te envío por otra entrada mientras el y sus hombres se adentraban en la batalla.
El castillo estaba callado y todo estaba oscuro —¡Phebie! ¡Dyanelly! — buscabas a ambas mujeres por todo el inmenso castillo. Entraste a la oficina de Rhaegall y allí se encontraba Dyanelly recostada en el escritorio de Rhaegall con una herida de gravedad en el estómago y Phebie muerta en el suelo.
—¡Dyanelly! — te acercaste a ella y comenzaste a aplicar presión en su herida —Los hombres de Jazier lo hicieron. — dijo la mujer tosiendo sangre —No te preocupes, te salvaremos — ella detuvo tú mano —Sólo quédate aquí, moriré pronto — dijo y te sentaste a su lado y recostaste tu cabeza en su hombro.
—Siempre quise tener una niña, Rhaegall dijo que tú me darías una nieta y sería la niña más consentida de todos los reinos. No somos buenas personas (T/N), me alegro de saber que lograste vengar a tus padres. — la mujer tomó tú mano.
Rhaegall entró al castillo y sólo vió tú rostro llenó de lágrimas y la cabeza de su madre en tus piernas. La respiración de Rhaegall se volvió pesada y rápida. Las manos le temblaban mientras las ponía sobre el rostro de su madre.
Lágrimas caían sobré el rostro de su madre mientras abrazaba el frío cuerpo de la mayor —Mamá... — el hombre lloraba desgarradoramente.
La mañana siguiente una hoguera quemaba el cadaver de Dyannelly y Rhaegall tomó tú mano y se acercó al fuego —En otra vida yo volveré a ser tú hijo y está vez te protegeré de cualquier monstruo cómo padre — susurraba.
Una tradición de la familia Vulcanys era quemar a sus difuntos y prometer cuándo se volverían a ver. —Ahora tú me ayudarás a mí — Rhaegall te vió a los ojos mientras el fuego moría y la brisa los golpeaba...
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