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Warning: Infidelidad, matrimonio organizado, actos delicados, amenazas grave, machismo, diálogos cuestionables, violencia, muerte, abuso de poder, crueldad, etc.

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Ambos hombres peleaban fieramente. Todo se reducía hasta este exacto momento en el tiempo. Había pasado un tiempo desde qué habías entrado al castillo. Khezolt peleaba con Hailex —¡Ustedes se llevaron a mi Reina! — decía Khezolt con odio —Nunca se los perdonaré — decía entre dientes.

—No necesito tú perdón niño. Necesito tú cadáver en el suelo — decía Hailex —¡Deténganla! — gritaba uno de los hombres de Jazier al verte apuntando a su dirección con una flecha.

Khezolt corría a tú dirección e intentó detenerte lo cuál exaltó al caballo y disparaste —¡Rhaegall! — gritaste lo cuál distrajo a ambos.

Una flecha atravesada el hombro de Jazier y Rhaegall lastimó el lado izquierdo del rostro de Jazier con su espada y la espada de Jazier atravesó el abdomen de Rhaegall.

Ambos respiraban pesadamente —Ahora tendrás un buen recuerdo de mi — dijo Rhaegall con una sonrisa y la respiración se le dificultaba.

Una gigantesca cortada corría por el rostro de Jazier desde su el lado izquierdo de su frente hasta su barbilla.

En el abdomen de Rhaegall tenía el arma de Jazier. —Ese veneno fue especialmente para ti — dijo Jazier con un mano en el rostro para detener el sangrado.

—Mi reina... — fue lo único que salió de la boca de Khezolt antes de que su craneo fuera atravesado por la espada de Hailex. —Váyase — Hailex trataba de contener las lágrimas.

Cabalgaste con el bebé todavía en brazos hasta ambos hombres. Los viste a ambos esperando por tú ayuda. Tomaste la mano de Rhaegall y ayudaste a montar.

Jazier se quedó allí...

—Por favor sostente — le suplicabas al hombre el cuál amenazaba con caer del caballo debido a lo mareado que estaba.

Ambos se adentraron en el bosque sin percatarse de un cierto individuo siguiéndolos. Un hermoso prado lleno de flores y un riachuelo al lado los esperaba al desmontar.

—No te preocupes, encontraré algo para salvarte. Y todo estará bien — dijiste, no sabía ni que tocar ni que hacer. Lo único en tú mente era que Rhaegall viviera. Su mano te detuvo abruptamente.

—Esté es el fin... — dijo respirando por la boca —Acuéstate conmigo — recostó su cabeza en una piedra y te recostaste a su lado recargando en tú codo, querías llorar y Rhaegall lo notó.

—Te lo dije no es así. Ya no quiero que llores — dijo limpiando las lágrimas de tú rostro y observando tú rostro con una dulce sonrisa.

—Mira... es nuestro hijo — dijiste mostrándole al bebé envuelto en la sábana. El veneno no dejaba pensar correctamente a Rhaegall. —Es tan hermoso — tosió un poco y lo ayudaste —(T/N)... yo no moriré por la mano de Jazier — dijo mientras desenvainaba la daga de su padre de tú cintura.

The Other WomanWhere stories live. Discover now