Capitulo 12

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—Entonces vas a ser padre—soltó la mujer cruzándose las piernas.

Kagura tenía un cigarro en la mano y lo inhalaba con cierta suficiencia. Parecía estar divertida con la expresión de perplejidad de su acompañante.

Pero Sesshomaru no estaba para bromas, simplemente seguía sin poder asimilar lo que vio horas antes.

—Pero no te quedes callado, ¿cuéntame más?—preguntó interesada en conocer los detalles.

Recordaba a esa mujer de la vez en que Sesshomaru la llevó a la empresa. No podría olvidar la manera en que sus ojos parecieron apagarse al reparar en que aquel hombre la había cambiado.

A Kagura no le importaba si Sesshomaru tenía un hijo o no, le daba igual siempre y cuando las cosas siguiesen como estaban.

—No hay nada que contar—contestó él, áspero.

Se puso de pie y se dirigió al amplio ventanal de su departamento, viendo las luces de la ciudad no pudo evitar pensar en Rin y en lo que aquella noticia representaba.

—Bueno, está bien. No te molestes.

Kagura apagó el cigarro en el cenicero y se dirigió hacia su acompañante. Una vez cerca los dos, comenzó a acariciarlo por la espalda y a besar su cuello. De todas formas, ella no había ido a ese lugar para charlar.

Fueron varios minutos los que duró aquellas caricias que buscaban incitar, sin embargo, el hombre no estaba de humor para lo que la mujer proponía. Así que, sin mucha delicadeza la apartó.

—Hey, ¿qué te pasa?—la mujer frunció el ceño, mostrándose indignada.

—Lo mejor será que te vayas, Kagura. No estoy de humor—el hombre la esquivó y procedió a retirarse a su habitación, esperando que la mujer no tardará en irse por sí misma.

Kagura se fue, decidida en no volver a atenderle la llamada. «¿Quién se creía ese idiota?» pensó, mientras cerraba la puerta de entrada de un portazo.

[...]

Había pasado un mes. Un mes dónde no había recibido ni una llamada por parte de Rin. Sesshomaru se sentía molesto, porque la verdad era que no tenía forma de contactarla.

Sin embargo, en ese día, estaba decidido en que las cosas fuesen diferentes. Su asistente Jaken, había logrado obtener un par de pistas que le daban una posible dirección.

No fue fácil conseguir aquella información, puesto que en el antiguo trabajo de Rin nadie parecía dispuesto a divulgar información de la castaña; pero el dinero era capaz de lograr lo imposible y de hacer hablar a bocas que estaban selladas.

De esa manera, Sesshomaru se dirigió a Kawasaki con toda la intención de dar con el paradero de Rin. Al llegar a la dirección indicada, tocó la puerta de aquella modesta casa.

Fueron varios minutos en los que no hubo respuesta alguna, pero estaba convencido de no haberse equivocado de dirección, así que continuó insistiendo hasta que una anciana mujer se acercó.

—Disculpe—lo interrumpió la anciana con parsimonia—, ¿en qué puedo ayudarle?

Sesshomaru frunció el ceño.

—¿Vive aquí?

—No, pero conozco al propietario. Así que podría ayudarle a dejar algún recado.

—¿Cuándo vuelve?

Kaede lo observó fijamente. Aquel hombre le parecía particularmente sospechoso, ya que, desde que Rin se había mudado a esa casa no había recibido visita alguna y, ahora, de la nada aparecía aquel sujeto.

CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora