Capítulo 14

304 49 15
                                    

A la mañana siguiente, Rin se despertó con mucha más energía. Acarició su vientre abultado y luego de darle los buenos días a su hijo, decidió que no quería quedarse simplemente descansando. 

La mujer tomó su computador y empezó a revisar sus emails, sorprendiéndose de buena manera con algunos mensajes. Muchos de sus compañeros de trabajo le habían escrito para saludarla y saber cómo marchaba su embarazo. 

Rin debía reconocer que extrañaba la oficina, extrañaba sentirse útil y no estar encerrada. Aunque, aquel no era un encierro propiamente dicho, era una corta temporada en la que el bienestar de su hijo estaba por encima de todo. 

"Todo va bien, esperando la llegada de mi pequeño con ansias :)", respondió. Evitando mencionar el incidente de hace unas semanas. 

De esa manera, la joven no solamente contestó a los emails enviados por sus amigos, sino que también se puso a adelantar algo de trabajo. Aún faltaban muchos meses para regresar a la oficina, pero no le gustaba que el trabajo se acumulará y en ese momento, prefería ocuparse con algo, para así poder evitar pensar en lo atento y dulce que se estaba comportando Sesshomaru. 

Sesshomaru no se merecía que se distraerá con él, no se merecía ocupar todos y cada uno de sus pensamientos. 

Por su parte, Sesshomaru había contratado a una mujer que se encargaría de la limpieza y de preparar los alimentos. De esa forma, podía sentirse tranquilo de asistir a la oficina, sabiendo que Rin no tenía necesidad de hacer nada. Sin embargo, esa tarde, cuando regresó, se encontró con una sorpresa que no fue de su agrado. 

La castaña se encontraba en medio de la sala de estar, con la computadora en sus manos y alrededor una pila de papeles que aparentemente revisaba. 

—¿Qué estás haciendo, Rin?—pregunto cruzando la estancia en grandes zancadas. 

La mujer, quien para ese momento se sentía adormilada por el cansancio, levantó la mirada para reparar en la presencia del hombre que acababa de llegar. 

—Sesshomaru…—murmuró Rin, notando el evidente desagrado en su preciosa mirada. 

—¿Qué es todo esto? ¿Qué se supone que estás haciendo?—mencionó refiriéndose al reguero en que se había convertido su sala.  

—Esto es algo de trabajo que se ha acumulado, solamente estuve revisándolo—explico recuperando la calma, no sentía que había hecho algo malo. 

—¿Desde cuándo?—increpó Sesshomaru con voz seria. 

La joven tuvo que reconocer que no había sido una simple revisión de sus pendientes, sino que sin darse cuenta había pasado el resto del día en un parpadeo. A estas alturas sentía que su espalda le dolía y que sus párpados le pesaban, ansiaba darse una ducha y lanzarse en la cama. 

Al no recibir respuesta, Sesshomaru entendió que se había dedicado a esa tarea más tiempo del permitido, por lo que se sintió muy disgustado. 

—Se supone que debes de cuidarte—le recriminó. 

—Lo sé—reconoció la joven que tenía razón—. No volverá a suceder—se excusó tratando de ponerse de pie. 

Al hacer aquella sencilla tarea, Rin se sintió marear, lo cierto era que su cabeza había empezado a dolerle también, aunque no quería mostrarse débil delante del hombre. 

—¡Rin!

Sesshomaru la alcanzó en una fracción de segundo y la sostuvo fuertemente entre sus brazos. Luego de un instante de recuperación, la joven intentó apartarse, pero él no la soltó. 

—Ya estoy bien—susurro sin querer verlo a la cara, se sentía avergonzada no solamente por su descuido, sino por aquella inminente cercanía que no hacía más que alterarle todos los sentidos. 

—Te acompañaré a tu habitación, te ves pálida.

Él no podía dejar de detallar en el aspecto de su rostro con preocupación. Se suponía que Rin estaba en un momento delicado de su embarazo, no debería estarse sobrecargando con trabajo. 

—No quiero que vuelvas a hacer esto—le ordenó con firmeza, tal vez siendo un poco rudo, pero no podía contener del todo su molestia. 

Rin, quien en otro momento le hubiese llevado la contraria, simplemente asintió dándole la razón. 

—Está bien—concedió en voz baja. 

De esa manera, el hombre la acompañó a su habitación y luego de esperar a que se calmara la llevó hasta el baño para que tomara una ducha relajante con agua tibia y así el dolor de cabeza menguara. 

—Puedo sola—dijo Rin con un bonito sonrojo cuando se percató de que pensaba ayudarla a desvestirse. 

Para Sesshomaru no pasó desapercibida aquella reacción tan inocente y no pudo hacer otra cosa que quedarse embelesado viendo a la dulce mujer, conteniendo apenas el impulso de atrapar sus provocativos labios en un beso demandante y necesitado. 

«La necesitaba», reconoció en su interior. 

No tenía del todo claro qué era lo que le ocurría con Rin, pero lo cierto era que eso no le sucedía con nadie más, solamente aquella tierna mujer era capaz de despertarle esa clase de sentimientos y no quería nunca dejarla ir…

CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora