Epílogo

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El sol brillaba radiantemente en el cielo, anunciando un hermoso día. En el interior de la casa, Sesshomaru y Rin se preparaban para el primer día de escuela de su hijo, Ren.

Ren recién había cumplido sus tres años, y se mostraba feliz y entusiasmado. Era un niño inteligente y curioso, y siempre estaba preguntando cosas. Recientemente, había sido diagnosticado como un genio.

Sesshomaru se sentía orgulloso de su hijo, pero también un poco nervioso. No sabía cómo sería la escuela para Ren. ¿Se adaptaría? ¿Sería feliz? ¿Los otros niños se meterían con él?

Rin, por su parte, estaba emocionada por el primer día de escuela de Ren. Había estado preparándolo durante semanas, enseñándole las letras y los números, aunque esto para él había sido pan comido. Su hijo era muy inteligente, justo como su padre.

Cuando llegó el momento de salir, Ren estaba emocionado pero también un poco asustado. Rin lo abrazó con fuerza, transmitiéndole la seguridad que tanto necesitaba. 

—Todo estará bien—le dijo con voz dulce, acariciando sus mejillas.

El pequeño asintió, convencido de las palabras de su madre. Era muy obediente.

—Ten un buen día en la escuela—añadió Rin con ternura. 

Realmente deseaba que la escuela fuese un sitio donde pudiese sentirse en confianza, temía que los otros niños se metieran con él, por el simple hecho de resaltar académicamente más que el resto.

Ren sonrió.

—Sí, mamá.

De esa manera, Sesshomaru y Rin lo acompañaron hasta la puerta de la escuela.

—No te preocupes, Ren —dijo su padre—. Estarás bien. 

Sesshomaru no dudaba de las habilidades de su hijo, ni de que, además, era un niño fuerte. 

Así, ambos padres se despidieron del pequeño Ren y lo vieron entrar a la escuela. Luego, contemplaron el edificio por largo rato con una mezcla de sentimientos. 

¿En qué momento su hijo había crecido tanto?

El matrimonio no pudo evitar preguntarse. Y con ese mar de emociones, se regresaron a su casa, sintiéndose un poco tristes por verlo irse, pero también felices de que comenzara una nueva etapa.

El día pasó lentamente. No podían dejar de pensar en Ren.

Rin se mostraba inquieta, comiéndose las uñas, mientras era observada por su esposo. 

—Estará bien—le recordó algo que ambos sabían. 

La castaña asintió, sabía que Sesshomaru tenía razón, pero aun así, los nervios la atacaban. 

A la hora de la salida, Sesshomaru y Rin estaban esperando a Ren en la puerta de la escuela. Cuando lo vieron llegar, corrieron a abrazarlo.

—¿Cómo te fue?

—¡Fue genial!—exclamó Ren con entusiasmo—. Aprendí muchas cosas nuevas—le contó a su mamá. 

—Me alegro.

—Y conocí a muchos niños nuevos—siguió diciendo, mientras caminaban de regreso al auto. 

—Eso es genial, mi cielo. 

A Rin se le llenó el pecho de orgullo, su hijo estaba creciendo. 

Y así, se fueron a casa juntos. Durante la cena, Ren les contó todo lo que había aprendido ese día. Sesshomaru y Rin estaban asombrados por la cantidad de cosas que su hijo había aprendido en tan poco tiempo. Sin duda su memoria era envidiable para cualquiera.

Ren estaba feliz de haber empezado la escuela. Le gustaba aprender cosas y conocer a otros niños. Sesshomaru y Rin estaban felices de verlo feliz.

Sabían que Ren tendría un futuro brillante.

El matrimonio cada día se fortalecía más y más, y la familia, que antes era solamente de tres, aparentemente se ampliaría mucho más.

La doctora colocó el transductor en el abdomen de la futura madre y comenzó a examinarlo. 

—Veamos…—dijo moviendo el artefacto—. Parece que tenemos dos bebés aquí.

Rin y Sesshomaru se miraron, sorprendidos. ¿Habían escuchado bien?

—¿Gemelos?—preguntó Rin, con imperceptible temblor. 

La especialista sonrió y asintió una sola vez confirmando su pregunta. 

—Así es. Felicidades.

Sesshomaru rápidamente acarició la mano de su esposa, en un gesto que esperaba transmitirle seguridad. Sin importar cuántos niños serían, ellos estarían juntos para cuidar de ellos.

—Esto es increíble—murmuró la madre, quien todavía no salía de su estupor —. Nunca pensé que tendríamos gemelos.

La doctora les dio más información sobre el embarazo de Rin, y luego los dejó solos para que pudieran celebrar la noticia.

Cuando salieron de la consulta, Rin se aferró a la mano de Sesshomaru. 

—Estoy tan feliz—exclamó en voz alta—. No puedo esperar a conocer a nuestros bebés.

Sesshomaru le dio un beso en la frente y la miró con devoción. 

—Yo también.

Cuando llegaron a casa, Rin corrió a buscar a su hijo. Necesitaba contarle algo tan importante. Ren había estado pidiendo un hermano desde que pudo pronunciar su primera palabra, por lo que sabía que la noticia le encantaría. No tendría solamente un hermano, sino dos. 

—¿De verdad?—titubeó el niño con sus ojitos empañados. Para él parecía ser un sueño hecho realidad. 

Sesshomaru y Rin asintieron con la cabeza. 

—Así es. Vas a tener dos hermanos o hermanas—dijo su papá.

Ren sonrió de oreja a oreja. 

—¡Eso es genial! ¡No puedo esperar a conocerlos!—y salió dando saltitos por toda la casa.

Sesshomaru y Rin se miraron, sonriendo. Estaban felices de que Ren estuviera tan emocionado por la noticia. Eso quería decir que iba a ser un gran hermano que cuidaría de los más pequeños. 

Su hijo había crecido tan rápido, que Rin no pudo evitar soltar una lagrimita. No se arrepentía de nada, ni siquiera del dolor del pasado, todo había servido para poder formar ese hogar que tenía justo ahora. 

Y aunque sabía que el camino sería desafiante, pero estaba segura de que podrían hacerlo juntos. Eran una familia fuerte, y el amor que se tenían los ayudaría a superar cualquier obstáculo…

CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN Where stories live. Discover now