Capítulo 22

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La fiesta continuó sin ningún tipo de contratiempo, sin embargo, Sesshomaru no dejó de sentirse incómodo el resto de la velada. Disimuladamente y sin poder evitarlo, sus ojos se dirigían hacia la mujer que conversaba gustosamente con el hombre a su lado. 

La sonrisa en el rostro de Rin era tan ancha que le hacía sentir una opresión en el pecho. Ella se veía realmente feliz. 

La celebración terminó y los invitados se fueron, Sesshomaru se quedó para ayudar a recoger y para acostar a dormir al pequeño Ren. Además, el viaje de regreso sería demasiado largo, así que posiblemente tendría que quedarse por esa noche hospedado en algún hotel aledaño. 

Cerca de la medianoche había terminado de hacer su parte del trabajo: su hijo estaba perfectamente dormido y ya había ayudado a recoger gran parte de la decoración. De esa forma, se dirigió a buscar a Rin para despedirse y marcharse cuanto antes. Sin embargo, se detuvo a medio camino al escuchar la dulce voz de la mujer que parecía hablar con alguien. 

—Sí, fue una noche increíble. Me divertí mucho—susurró entre risas, aferrando el teléfono entre sus manos. 

Sesshomaru se quedó inmóvil con el corazón acelerado mientras intentaba descifrar el resto de las palabras que decía. 

—Sí, definitivamente quiero volver a verte. Podemos hacerlo la próxima semana—continuó Rin entusiasmada, ajena a que alguien la estaba escuchando.

El hombre de inmediato sintió un nudo en el estómago y una sensación de celos lo invadió por completo. A su mente acudieron imágenes de Rin en compañía de aquel sujeto, la imagino besándose con él, acariciándolo, y haciendo un sinfín de cosas en las que prefería no pensar. Sin embargo, los pensamientos estaban ahí, taladrando su mente con maldad. 

Sin querer ahondar en el enojo que lo invadía, se alejó lentamente, tratando de controlar sus emociones. Sentía una mezcla de tristeza, enojo y miedo. No quería perder a Rin, aunque la realidad era que ya la había perdido hacía mucho.

Rin colgó su llamada y se dirigió a la recámara de su hijo, encontrándose con Sesshomaru a un lado de la cuna del pequeño Ren. 

—Ah, Sesshomaru, pensé que te habías ido—dijo sin afán de echarlo, pero realmente llegó a creer que ya no estaba en la casa. 

El hombre no contestó nada y frunció el ceño sin poder evitar recordar el tono risueño de su voz, mientras hablaba con aquel sujeto. Qué diferente era a la manera en que se dirigía a él. 

De repente sintió un impulso que lo buscaba dominar, pero que reprimió hábilmente. Se giró y la miró a la cara, ambos se miraron fijamente por varios segundos que se sintieron eternos. 

El corazón de Rin se aceleró, puesto que no recordaba la última vez en que la había visto de esa forma. Hacía tiempo que no veía tanta ferocidad en su mirada, pero no solamente era la intensidad de sus orbes lo que hizo que sus latidos aumentarán, sino que le dio la impresión de que él quería hacer algo más, decir algo más, y sea lo que sea, ella quería escucharlo. Lo necesitaba. 

Pero para pesar de Rin, él no dijo nada, no hizo nada. Aquello le hizo preguntarse si tan siquiera había sentido algo cuando le presentó a su novio, siquiera había sentido un poco de celos o siquiera le había importado. Realmente quiso sacudirlo y preguntárselo, porque ella se moría por dentro. Su indiferencia la estaba matando.

Y en ese momento, Rin se dio cuenta de que no había dejado de ser esa estúpida joven que lo espiaba disimuladamente desde la cubierta de su libro, que no había dejado de ser esa mujer que asistía cada día al mismo café con la intención de verlo, con la intención de tan siquiera estar en el mismo espacio. Y aunque se trazaba metas para olvidarlo, la realidad era que su corazón lo seguía amando, inclusive mucho más que ayer. 

Los ojos de Rin le empezaron a escocer al ser consciente de esa realidad e inmediatamente desvió la mirada. Se sentía como una tonta. Una tonta que lo amaba.

«¿Acaso era masoquista?», se preguntó en silencio sin dejar de mirar a su hijo. 

Sesshomaru constató en que el buen humor de Rin de repente pareció esfumarse y no entendió la razón del cambio tan brusco. ¿No se suponía que estaba feliz?

Su sonrisa la mayor parte de la noche había sido radiante, ¿por qué ahora se veía como si estuviese a punto de llorar? No lo entendía, pero no sabía cómo preguntárselo. Era como si un abismo que los separaba se hubiese erigido en medio de los dos.

Y aunque no supo poner en palabras su inquietud, sus acciones fueron más contundentes que sus palabras. 

De un momento a otro acunó el rostro de Rin en su palma e hizo que lo mirara. Los ojos de la mujer lo miraron tristes y apagados, contrario a como se habían mostrado gran parte de la velada. Y contrario a lo que pretendía, hizo lo que considero que necesitaba. Aferró el cuerpo menudo de Rin a su cuerpo mucho más grande y musculoso y la envolvió en un abrazo. 

Ambos se abrazaron durante minutos que parecieron horas y luego se separaron sin entender muy bien lo que había pasado. 

Sesshomaru pensaba retirarse como de costumbre, pero al cruzar la puerta de la casa no pudo evitar girarse para mirar una vez más a Rin. 

Sus ojos estaban llenos de muchas emociones no dichas, pero que ya no podían ser silenciadas. De esa manera, Sesshomaru se acercó súbitamente a Rin, con sus ojos fijos en sus labios. La mujer intentó dar un paso atrás, pero no pudo contener su ímpetu. 

Los labios de Rin se vieron presos de un beso apasionado, que le hizo cerrar los ojos en completa entrega y rendición. No sabía cuánto tiempo había anhelado volver a sentir su boca explorando cada rincón.  

Se besaron con necesidad, una necesidad que no podía ser contenida un segundo más. Rin se aferró a la camisa de Sesshomaru, deseando estar más cerca de él.

El tiempo pareció detenerse mientras se entregan por completo a la pasión. El mundo exterior desapareció y solo existían los dos, en ese momento, de pura conexión y amor.

Finalmente, se separaron lentamente, con sus labios aun rozándose.

—Quédate esta noche—le dijo Rin sin poder evitarlo. 

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Nota de la autora:

¿Quieren más drama o ya fue suficiente? XD

CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN Where stories live. Discover now