Capítulo 23

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—Quédate esta noche.

Aquella no era solamente una invitación a quedarse en su casa, sino que parecía ser una invitación a algo más… Sesshomaru no necesito que lo repitiera dos veces para quedarse a su lado. Y de esa forma, se volvieron a besar. 

El ambiente se cargó rápidamente de electricidad, el magnetismo que existía cuando estaban juntos era innegable. Rin sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo entero a medida que el beso se volvía más intenso. No quería que nunca terminará. 

Evidentemente, su cordura se había ido de paseo, dejándola completamente loca. Loca por sentir más de aquel hombre. 

La mujer lo dirigió a su habitación y se tiró en la cama, extendiéndole los brazos para que le diera encuentro. En ese momento, no le importó nada más. 

Lamentablemente, ese estado no le duraría por mucho tiempo, cuando recordará que ahora había alguien más en su vida que no merecía que se comportará de esa forma. 

La culpabilidad vino a ella la mañana siguiente, cuando al despertar miró a su lado al hombre que dormía. Era el padre de su hijo y era el hombre que secretamente amaba, pero también era el mismo hombre al que había decidido olvidar debido a su engaño. 

«Sesshomaru no la amaba», pensó con pesar.  

Y evidentemente, ella tampoco lo hacía. ¿Cómo exigirle a alguien más que la amara, cuando ni ella se quería a sí misma? Aquello carecía de total sentido. 

Invadida por esos tormentosos pensamientos, se levantó de la cama cuidando de no hacer ruido. No quería que se despertara, no sabía cómo enfrentarlo.

Sesshomaru se despertó media hora después y se encontró con una taza de café humeante esperándolo en la cocina. 

—Buenos días—dijo Rin, mientras hacía el desayuno. La mujer no se giró, no quería verlo. 

—Buenos días—contestó inhalando disimuladamente el aroma que invadía a la cocina.

Olía a café recién hecho y a pan tostado. Y aunque aquello le despertó el hambre, nada se comparaba con el aroma de Rin, el cual lo había acompañado durante toda la noche. Precisamente había sido eso lo que lo despertó, no sentirla a su lado. 

Movido por esos pensamientos, quiso acortar la distancia y apoderarse de su diminuta cintura mientras le daba un beso de buenos días. Pero la mujer, como adivinando sus pensamientos, se giró bruscamente y terminó de servir la mesa. 

—El desayuno está listo—anunció colando el pan tostado al lado de unos huevos revueltos con queso derretido y tocino. 

Comieron en silencio y aunque Sesshomaru quiso comenzar una plática, Rin respondía solamente con monosílabas. Y aquello era bastante extraño, Rin era una parlanchina por naturaleza, así que era evidente que pasaba algo. 

—¿Puedes por favor dejar de ignorarme?—preguntó hastiado, tampoco había podido pasar desapercibido que ella no le había regresado la mirada en todo lo que iba de mañana. 

—No te estoy ignorando—evadió el tema viéndolo por fin. 

—Claro que lo haces. ¿Qué pasa?

—¿Sobre qué?

Sesshomaru frunció el ceño. Al parecer, Rin quería actuar como si lo de anoche nunca hubiese ocurrido, sin embargo, él no estaba dispuesto a permitir eso. Necesitaba que hablarán. 

—Sobre lo que pasó anoche—comenzó, pero fue interrumpido de inmediato. 

—Lo que pasó anoche no debió pasar—dijo Rin con una frialdad que contrastaba bastante con su personalidad dulce. 

El hombre se quedó helado al escuchar tanta indiferencia. 

—¿Por qué? ¿Por qué no tuvo que haber pasado?—exigió saber. 

Por lo que recordaba, ella había estado perfectamente de acuerdo con lo que ocurrió, inclusive había sido su idea. ¿Cuál era ahora el problema?

—Lo nuestro está irremediablemente roto, Sesshomaru. No hay manera de que se repare—contestó Rin, tajante. 

Sesshomaru inmediatamente recordó cuál fue su peor error en el tiempo en que estuvo con Rin. A su mente llegaron imágenes de aquella tarde en la que le había roto el corazón y la razón por la cual ella se había marchado. 

El ambiente se volvió tenso, puesto que era evidente que los dos tenían muy presentes ese día. Sesshomaru lo recordaba con arrepentimiento, mientras que Rin parecía reabrir aquella vieja herida. 

—Sé que te he lastimado profundamente y no puedo expresar con palabras cuánto lo lamento. Lo que hice fue una estupidez y te pido de todo corazón que me perdones—le expresó sincero.

Los ojos de la mujer comenzaron a humedecerse, sin embargo, alejó las emociones que querían invadirla en ese momento. No había manera de que volviera a confiar en él. 

—No sabes cuánto me dolió lo que hiciste—le dijo sin poder evitar el tono de resentimiento—. Pero he decidido olvidarlo. No quiero volver a exponerme a sufrir una herida semejante, así que comprenderás que no pienso permitir que me vuelvas a lastimar.

—No lo haré—prometió rápidamente. 

Rin negó, renuente a creerle. 

—Rin, te amo—dijo de pronto, haciendo que la mujer abriera muy grande sus ojos chocolate—. Sé que no hay manera de borrar lo que hice, pero estoy dispuesto a hacer todo lo necesario para enmendarlo.

—¿Por qué ahora?—lo interrumpió Rin. 

«Si la amaba como decía, ¿por qué no intentó recuperarla antes?», pensó, concluyendo que aquella no era más que una reacción egoísta al ver que ahora era feliz al lado de otro.

—Sé que no te merezco, Rin, por eso pensé que podría dejarte el camino libre, que podría vivir con la idea de que fueras feliz al lado de alguien más. Pero créeme, ayer me di cuenta de que no hay manera de que pueda soportarlo. Te amo y si hay una posibilidad de que esto se solucione, quiero intentarlo. 

—La confianza se ha roto. No puedo—dijo Rin, queriendo terminar con esa conversación. No quería volver a entregarle su corazón en bandeja de plata para que lo despedazara como lo había hecho antes. 

Además, ahora había alguien en su vida, alguien a quien acababa de traicionar. En ese momento, sintió que todo estaba terriblemente mal, ¿qué podía criticarle a Sesshomaru si había hecho exactamente lo mismo? Sin duda, Dan no se merecía que le hiciera algo como eso, concluyo pensando en la forma de hacer que su relación funcionara...  

CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora