Capítulo 19

278 50 15
                                    

Sesshomaru escuchó atentamente lo que Rin tenía para decir y no pudo evitar fruncir el ceño, mientras en su mente solamente se repetía una palabra: no. No quería dejarla ir, no quería perderla, no quería estar sin ella. En ese momento entendió que Rin no era únicamente la madre de su hijo, sino que además se había convertido en su todo.

Pero sabía que era inútil intentar retenerla. Ella tenía que irse, tenía que cumplir con sus deberes, tenía una vida que seguir. Él hubiese estado dispuesto a apoyarla en todo, así como estaba dispuesto a respetar su decisión. Así que ahora simplemente era el momento de decir adiós.

De esa forma, se miraron a los ojos, y él vio el amor y la tristeza que reflejaban los ojos de la mujer. Aun así, ella intentó ocultarlo para que no lo notará. Desde que la conoció hasta la fecha le había hecho mucho daño, un daño que parecía ser irreparable. No pudo evitar maldecirse por eso, Rin era demasiado buena para él. 

Luego de la notificación, la joven tomó su maleta y se dirigió a la puerta con su hijo en brazos. Él la siguió con la mirada hasta que desapareció por el umbral. Luego se quedó solo en el apartamento vacío, rodeado de recuerdos y silencio.

Ya los empezaba a extrañar…

[...]

Rin decidió que era el momento de retomar su vida y seguir adelante. Luego de hacer un largo viaje, regresó a su antigua residencia y se dirigió a la casa de su vecina. 

Kaede sonrió al verla llegar con un pequeño en brazos, aquel niño representaba mucha alegría y felicidad para ella. Era como el nieto que no había podido tener. 

—¡Es precioso!—halagó la anciana. 

Ambas mujeres se pusieron al día de los pormenores de los últimos meses. Kaede no pudo evitar preguntarle por el padre de la criatura, a lo que Rin únicamente desvío la mirada. Aquello fue respuesta suficiente para la anciana mujer, quien comprendió de inmediato que una reconciliación entre ambos parecía ser imposible. 

Con tristeza no pudo hacer más que evitar tocar el tema, lo mejor era no involucrarse. Rin era joven y bonita, seguramente conseguiría a un hombre que sí la valorará. 

De esa forma, las semanas siguieron pasando y el pequeño Ren ya había cumplido cinco meses. Ese día Sesshomaru tenía una de sus visitas al pequeño. 

Rin lo recibió en casa con amabilidad como había acostumbrado a hacerlo, después de todo eran padres y quería que el pequeño niño se llevará la mejor imagen de ellos. Sin pleitos ni contiendas, solamente una sana convivencia. 

—¡Ren, llegó papá!—le anunció con voz dulce al bebé. 

Sesshomaru se adentró en la casa, esperando recibir a su hijo en brazos. El bebé acababa de despertar de una siesta y miraba todo con curiosidad. Luego, al reparar en él, sonrió con inocencia. 

—¿Listo para pasar un buen rato juntos?—le preguntó esperando que se emocionará como siempre hacía. 

Ren esbozó una adorable sonrisa y extendió sus pequeñas manitas hacia su padre. Sesshomaru lo tomó en brazos y luego le acercó un juguete de colores brillantes, el cual no dudo ni un segundo en agarrarlo.

—Parece que te ha gustado—señalo respecto al regalo que le había comprado. 

Rin no pudo evitar verlos con ternura, mientras su hijo agitaba aquel juguete de un lado a otro emitiendo soniditos de alegría. Era adorable. Y debía reconocer que Sesshomaru era un buen padre, atento y dedicado, siempre dispuesto a satisfacer las necesidades de su hijo. 

—Es realmente increíble ver cómo interactúas con él. Siempre me deja sin palabras—le dijo con admiración, cuando el pequeño Ren, cansado de jugar, se había quedado dormido. 

Sesshomaru la miró con interés, no esperaba recibir ese tipo de palabras de parte de Rin. Si bien la relación que mantenían no era mala, por lo general ellos no cruzaban más de dos palabras, así que ver qué Rin lo halagara era extraño. 

Rin acomodó la cuna del pequeño y Sesshomaru lo depositó en la misma. Ambos se quedaron viéndolo dormir, vigilando su sueño. 

—¿Te apetece algo de tomar?—preguntó Rin con cortesía. 

El hombre negó en silencio y como era habitual, se dirigió a la salida. 

—Vendré la próxima semana. ¿Necesitas algo?

Rin pensó por un momento si el niño necesitaba de alguna cosa y luego negó. Ren parecía tener todo lo necesario, de todas formas su padre se encargaba de dejarle una jugosa mensualidad, que ella sabía utilizar muy bien en satisfacer todas sus necesidades.

—No—contestó.

Con eso la conversación murió y lo acompañó hasta la puerta. Sesshomaru se despidió de ella con un gesto y se dirigió a su auto. Sería un largo viaje.

No había querido insistirle a Rin de mudarse a un sitio más cerca para no presionarla, pero lo cierto era que viajar tantas horas era agotador. Sin embargo, lo hacía por su hijo, mirar esa sonrisa inocente lo valía todo. Y a la vez, poder verla a ella era una extra motivación.

Sabía que Rin no lo quería en su vida, pero quizás podría conformarse con verla desde lejos. Con quererla cómo se quiere a una flor, admirándola y regándola en silencio...

CORAZÓN ALMIBARADO | SESSHRIN Where stories live. Discover now