3. Conejo blanco

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Noham

Su agitada y cálida respiración chocaba contra la piel de mi mano poniéndome cada vez más inquieto. El causante, bueno, la causante, sí, porque era Carla la responsable de los estruendosos toques, no desistía.
¡Madre mía, tenía los nudillos de acero o qué!. Cuánto tiempo llevábamos ya así, ¿cinco, diez minutos tal vez?. Era demasiado, incluso para mí. ¿Con qué carajos estaba tocando la maldita puerta? .
Definitivamente, era ella, no tenía dudas. Esa pedante insistencia era característica de Carla De León, seguramente su madre ya le había puesto al tanto sobre mi decisión y estaba aquí para hacer que Bell renunciara a ser mi pareja, la conocía lo suficiente como para saberlo. Y lo lograría, con un buen chantaje, si nos ve, juntos, solos, dentro de una habitación; violando una de las tantas y estúpidas normas.

¡Dios, esto pinta para rato!.

Obstinado, recosté la cabeza a la madera por encima de la de Bell, apretujándome más contra su cuerpo, y al hacerlo, ¿Qué?. Me asombré al caer en cuenta que le sacaba buen tramo, no había notado que fuese tan pequeña. Lucía frágil y diminuta desde mi altura. Bueno, eso es lo de menos, casi todas las bailarinas con las que me he cruzado por los corredores son más o menos así. ¡Ufff!, suspiré y al inspirar, su dulce aroma invadió mi nariz. Olía de maravilla, ¿qué era, champú o loción?. Volví a inhalar con desespero en busca de la respuesta. Ambas, una mezcla poco usual de manzanas y flores.

-Se puede saber el por qué aún sigues pegado a mí como una sanguijuela-Nunca me he embriagado con una fragancia así-. ¡Noham!, ¿me estás escuchando?... Que se ha detenido- la voz de Bell me trajo de vuelta a la realidad.

¿En qué momento se ha quitado mi mano de la boca?

-Si, lo sé- hablé con tono neutral separando mi cuerpo del suyo-.Nos vemos mañana entonces- tomé el pasador, dispuesto a salir.

-Espera- me agarró de la muñeca, deteniéndome-. ¿En dónde vamos a ensayar?, ya viste que no puedo hacerlo donde el resto.

-Tranquila, encontraré un sitio y te avisaré.

-¿Cómo vas a localizarme, no tienes mi número o ... Sí?- me liberó de su agarre, inclinando la cabeza. Parecía confusa.

-Lo buscaré.

-Es en serio, me tienes justo delante de ti- se señaló de arriba abajo- sabes que me lo puedes pedir, ¿no?

-Bell, si vamos a ser compañeros, hay algo que tienes que saber de mí, y es que, jamás, pido algo. Practica como puedas aquí dentro y mañana nos mostramos lo que hemos avanzado.
Dicho esto, jalé hacia un lado la palanquita del pasador y me dispuse a salir; deteniéndome en seco al ver a la pequeña niñita en el medio de la puerta.

***

Megan

Me encontraba a centímetros de tocar la puerta de la habitación de mi hermana cuando esta se abrió de repente, saliendo el chico bicolor detrás de ella -diferente, ¿cómo es que lo hace?

- ¿Tú? - lo señalé pasmada- ¿ella? - señalé con otro dedo hacia mi hermana a su espalda- ¿ustedes...- junté ambos dedos- qué estaban haciendo ahí dentro?

-¡Megan!- mi hermana lo aparto a un lado-. Esto no es lo que parece.

- ¿Hacían lo de las abejitas? - hice una sonrisa pícara.

- ¿Qué? ¿No?-Bell se puso nerviosa-.¡Noham, puedes irte!- lo empujó-. ¡Megan, entra, por favor!

El chico bicolor pasó por mi lado guiñándome el ojo, gesto, que le devolví sonriendo.¡ Ayy que guapo era!. Me pregunto si tendrá novia.

Las raíces de Bell #PGP2024Where stories live. Discover now