6.A segundos de ceder

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Megan

Nada. No quedaba absolutamente nada que rescatar— las lágrimas corrieron sin piedad ni control por mis mejillas—. Toda la tela que antes representaba mi uniforme de bailarina ahora no era más que retazos, recortes, fragmentos despedazados de ella— mis manos temblaron al sostener los delicados restos—. Esto no era justo, yo...— gimoteé—... mi hermana y yo habíamos trabajado muy duro todo el verano fregando coches para poder comprar mi hermoso maillot violeta, los pantis a juego y la faldilla, todo, para que yo pudiese tener el regalo de cumpleaños que hacía tiempo deseaba y ahora... Ese trabajo, esas... Interminables semanas repletas de sol, sudor, agua jabonosa y sucia, hombres que observaban a Bell como si fuese un pedazo de carne listo para cocer, se había... perdido...— Las lágrimas brotaron con más fuerza de mis ojos y un pinchazo de dolor me penetro el corazón—. ¿Quién había sido el responsable? ¿Por qué razón lo había hecho?

A mi espalda, se escuchaba el murmullo de las curiosas personas que seguramente se asomaban a la puerta, intrigadas, impulsadas a investigar que sucedía, queriendo saber ¿Quién había sido la niñita que había gritado como si hubiese visto un fantasma y por qué motivo lloraba con tanto sentimiento?

A mi lado, Casie me abrazaba para intentar consolarme— una de sus manos me acariciaban el cabello, haciéndome suaves cosquillas entre las hebras y con la otra, me recorría el hombro, despacio, con la intención de tranquilizarme — pero eso no iba a funcionar, nada me ayudaría, estaba desconsolada, y sentía mi garganta atorada, rígida, estrecha a tal punto que ni una gota de saliva me descendía por ella. Cualquiera que mirase desde afuera pensaría que solo era una pequeña caprichosa llorando por un simple uniforme, pero desde adentro, era más que eso, cada costura, cada... adorno, representaba el precio del trabajo duro, juntado con el esfuerzo y la alegría de haber conseguido lo que tanto deseaba y ahora, se había esfumado.

—¡Megan!.
Mi hermana apareció corriendo por la puerta aun en ropa de dormir y despeinada, seguida del chico bicolor que tenía el rostro descolocado de igual forma.

—¿Qué ha pasado cariño?— se me acercó con los ojos muy abiertos y los brazos extendidos para abrazarme; estaba asustada—. ¿Qué ha sido ese grito?— se arrodilló a mis pies— ¿Estás bien?— me examinó desesperada por todos lados, alzándome el mentón, recorriéndome con la mirada el torso y las manos.

—Estoy bien— logré decir luego de unos segundos, rozándome con el antebrazo la nariz para secar la húmeda zona— pero...—respiré profundo y llorosa, corriéndome a un lado para que mi hermana viese el montón de tiras encima de mi cama.

—No puede ser— lo observó boquiabierta, analizándolo todo; espantada—. ¿Has podido ver al culpable?—se volteó hacia mí, apretando los puños, con el rostro en puro cólera.

—No— me soplé la nariz con mi pañuelo de Hello Kitty, expulsando todo lo acuoso dentro de ella a la vez que Casie me tomaba de la mano contraria.

—¿Y tú Casie, has podido ...?

—No— la interrumpí, doblando el pañuelito-. Casie estaba conmigo en clases. Llegamos... juntas— nos señalé— y nos lo encontramos todo tal cual lo ves. ¿Qué vamos a hacer Bell— me le acerqué, abrazándola por la cintura, reposando mi mentón sobre su estómago para mirarla— tengo clase púrpura en unos minutos?
La profesora nos va a evaluar para dividir la clase por niveles, esto es muy importante para mí y no voy a poder asistir— comencé a llorar nuevamente, sollozando hasta casi dejar de respirar.

—Tranquila Pituka, no llores, lo... Lo vamos a resolver ¿sí?— me devolvió el abrazo, mirándome desde arriba con compasión— somos... las hermanas Daniels, ¿recuerdas?— sonrió, deslizando su pulgar por una de mis mejillas; arrastrando hasta desaparecer la cargada lágrima que comenzaba a descender.

Las raíces de Bell #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora