4. Chantaje

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Noham

El rostro de Bell perdió los colores del susto al ver a mi madre con su expresión cerrada parada en el medio de la puerta. La verdad, ella era una mujer que, a simple vista, imponía mucho con su mirada penetrante, cabellos platinados perfectamente recogidos en un moño rozante a la nuca, vestidos ajustados de colores neutros y medianos tacones, pero, para nada era tan radical como lucía. Todo no era más que una fachada para imponer respeto a donde fuera, ya que, si se mostraba tal y como era, perdería credibilidad y eso, no lo podía permitir. Su trabajo exigía tener mano dura, por tanto, solo se comportaba amigable con amigos o la familia como tal.

-Siento que he interrumpido en el peor momento- se acercó taconeando a nuestro encuentro, apretando los labios para intentar ocultar su sonrisa divertida-. Sabía que, si no te encontraba en el salón de clases ensayando, lo haría aquí- se detuvo delante de nosotros depositando dos besos en mis mejillas-. Aunque, cuando decidí venir a visitarte, jamás me imaginé que te encontraría acompañado- me ojeó elevando una ceja-. Y bien, cariño ¿No piensas presentarme a tu amiga?- dirigió su atención a Bell que aún se encontraba pálida.

-Claro- me aclaré la garganta-. Mamá ella es Bell Daniels, bailarina y mi nueva compañera. Bell, ella es mi madre.

-Un gusto cielo, soy Lidia- le tendió la mano-. Estoy aquí para lo que necesites.

-Un... Gusto Señora Lidia- Bell le devolvió el gesto, nerviosa.

-Nada de señora, Bell, me haces lucir antigua. Si eres compañera de mi hijo puedes tutearme- hizo una gran sonrisa, dejando entrever sus profundos hoyuelos.

-Claro, eh... Por supuesto, señora... Digo- agitó la cabeza para aclararse- Lidia.

-Y... ¿Se puede saber qué hacían?- nos ojeó pícaramente a ambos.

- ¡Ensayando!- Bell saltó de repente.

- ¿Ensayando?- la recorrió con la mirada de arriba abajo- ¿En pijama?

-Si, bueno- se rascó la cabeza- es que...

-Bell estaba ansiosa por practicar- la interrumpí apretándole el brazo desde atrás. Ni en broma podía contarle a mi madre que la había sacado a rastras de la habitación, me mataría por eso.

-¡Eso no es cierto!- me lanzó una mirada fulminante, gesto, que le devolví.

¿Por qué tenía que contestarme en el peor momento?, ¿por qué era tan inoportunamente... Ella?

-Mira, conejo blanco- susurré amenazante cerca de su cuerpo- no hagas la situación más incómoda de lo que ya es, tú, sígueme la corriente y ni se te ocurra decir...

- Su hijo es muy impulsivo, Lidia...

Mierda, la voy a matar. Apreté los puños.

- Me ha sacado a rastras de mi habitación porque no entendí un mensaje cifrado que me envió y llegaba tarde a la práctica- habló entre dientes, haciendo oídos sordos a mi comentario.

- ¡Noham!- mi madre pronunció mi nombre en tono autoritario- ya hablaremos de esto luego. Hugo- llamó con un leve gesto de dedos al chofer que se encontraba como una estatua delante de la puerta.

- ¿Sí?- se acercó a nosotros, ajustándose el nudo de la corbata.

- Lleva a la chica en el auto a su residencia para que pueda ponerse algo más... Apropiado y luego tráela de regreso, por favor.

-Por supuesto- se inclinó levemente.

-No... No va a ser necesario, yo puedo ir sola ...

-Y pasar de nuevo la vergüenza de que toda la institución te vea en ropa de dormir, por supuesto que no. Ve con él querida, insisto.

Las raíces de Bell #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora