23. No te perderé de vista.

71 4 7
                                    


Noham

Lejos de lo que parecía transmitirle al mundo, jamás me había considerado una persona emocionalmente fuerte. Mi fortaleza mental siempre había sido un castillo de naipes, vulnerable a la más mínima brisa de adversidad, y esto quería decir que carecía del control absoluto para disimular sentimientos cuando cada poro de mi cuerpo se esforzaba en desbordarlos. Desgraciadamente, no podía ser de otro modo. Era un manojo de nervios expuestos, algo así como un volcán a punto de erupcionar y nada, ni externo ni interno, podía cambiarlo.

En lo que me restaba de vida sabía que nunca podría ser lo mitad de valiente de lo que era ella, ni mucho menos el cuarto de lo acerada que podía llegar a ser, y el ser consciente de ello me carcomía. Me consumía tanto que, estando aquí de pie, justo ahora, hecho pedazos sin poder contener siquiera una mísera lágrima por el bien de otros, la ansiedad no hacía más que ceñir a mi garganta las garras invisibles que la estrangulaban.

Mi frente se apoyaba en el grueso cristal que separaba al pasillo de la habitación de Bell. El médico explicaba el caso con su voz monótona, pero las palabras apenas me llegaban. Me sentía sin aliento y más que eso, sin vida. Solo interesaba una única cosa: que ella despertara, que abriera esos deslumbrantes ojos y me mirara, sin embargo, no lo estaba haciendo y probablemente tardaría muchas más horas de las que podría soportar sin hacerlo.

Steven llevaba menos de cuatro horas con nosotros y ya había hecho migas con medio cuerpo de guardia, lo que significaba que gracias a él, el proceso avanzaba un poco más rápido; puede que en estos momentos se ganase que le odiara menos, ¿quién sabe?. Con su brazo rodeando los hombros de mi madre, le acariciaba la piel descubierta mientras ella se abrazaba la cintura con el nerviosismo tirándole de las manos. El Quokka estaba apoyado en la pared opuesta, bien lejos de mí, pero no lo suficiente como para que no notase como metía y sacaba las manos sudorosas en los bolsillos sin control alguno. A decir verdad continuaba pareciéndome un imbécil doble cara y no tenía idea de qué demonios hacía aquí, tampoco me interesaba, pero estaba muy seguro de que no permitiría que se le acercase a Bell más de dos centímetros. No, no lo haría, no después de como la había tratado.

—… En cuanto a la herida en la región occipital podemos permanecer tranquilos. Durante el examen físico no se evidenciaron signos de traumatismo craneoencefálico grave, por lo que se procedió a la realización de una sutura cuidadosa sin necesidad de intervención quirúrgica adicional. Por otra parte, el equipo médico optó por mantener a la paciente en reposo y bajo los efectos de sedantes para facilitar su recuperación, y prevenir con ello posibles complicaciones. Según el testimonio de los paramédicos, durante el traslado en la ambulancia Bell recuperó la conciencia levemente, lo cual puede atribuirse al retorno de la perfusión cerebral luego del episodio de desmayo inicial …

¿Desmayo… Inicial? Aparté lentamente la mirada del cristal, no sin antes echarle un último vistazo a la quietud angelical de su cuerpo bajo las sábanas.

—… Sin embargo, decidimos que por su seguridad la mantendremos conectada al concentrador de oxígeno, dado que al medir la saturación la encontramos levemente baja.

—Entonces, doctor— intervino mi madre con una mano en el pecho. Se notaba que le avergonzaba interrumpir, pero su preocupación maternal era mayor que cualquier otra cosa —. ¿Lo que quiere decir es que Bell no… quedó inconsciente por la perdida de sangre?.

—Exactamente, es lo que acabo de decir—una ola de alivio se extendió por el rostro de todos, incluso el mío. Eso eran buenas noticias, las primeras en horas—. La chica se desmayó por el impacto repentino, el susto en este caso, y a pesar de esta mejoría transitoria en el traslado, el tiempo de conciencia fue mínima, casi de inmediato volvió a perderla. Lo que nos sugiere una reacción adversa al estrés y shock emocional experimentado.

Las raíces de Bell #PGP2024Where stories live. Discover now