❝ Capítulo XXIX ❞

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Luego de horas de haber estado comiendo y charlando, finalmente la celebración había terminado luego del atardecer, abriendo paso a una oscuridad estrellada en el cielo. Muchos templarios, como Stefano había dicho, se habían marchado tiempo atrás otros en cambio, se quedaron al menos una hora más. Agradeció que el silencio reinará totalmente en la gran casona en dónde viviría, pero también la aterró por completo al saber que debería de subsistir sola en ese mismo lugar.

Apenas terminó la ceremonia, varias mujeres de compañía la acompañaron, por no decir arrastraron, a una habitación pequeña en dónde debía cambiarse. Sabía perfectamente lo que pasaría ahora, ya que se trataba de la primera noche de bodas... La primera noche como marido y mujer, eso significaba en otras palabras, dormir con Stefano. Bueno, dormir sería un decir para alguna otra actividad en la cama.

Las muchachas habían sido muy generosa a la hora de tranquilizarla. Una de ellas incluso, se tomó el atrevimiento de cantarle una pequeña canción de cuna que logró hacerla sentir relajada mientras sentía como desenredaba su cabello castaño y largo. Sus pendientes fueron retirados al igual que el collar que adornaba su cuello, su piel fue perfumaba sutilmente con un olor a vainilla y sus ropas cambiadas con delicadeza. Las muchachas se encargaron de entregarle un precioso camisón de seda blanco para el primer encuentro íntimo en la noche nupcial.

—Ya está lista, señorita— sonrió la mujer que se encontraba detrás de ella.

—Yo..., Gracias, umm...— miró su reflejo en el espejo.

—Anette, señorita.

—Gracias, Anette y...

—Améllie, me llamó Améllie, señorita.

—Pueden llamarme Lizzy, no me molesta sí quisieras hacerlo— la americana se levantó y posicionó delante del espejo circular que se encontraba en un rincón de la pequeña habitación.

—Señorita Lizzy, debemos llevarla a sus aposentos.

—Oh, claro, solo estoy...— «completamente aterrada» no se atrevió a decir la palabra que había pensado, pero, realmente de encontraba totalmente fuera de sí. No sabía que podría pasar esa noche y simplemente tenía miedo.

Un golpe en la puerta logró hacer que temblará, pero cuando la joven Améllie abrió la puerta todo su cuerpo se relajo. Del otro lado del pórtico de encontraba su quería tía Faith, quien había accedido a pasar la noche en la mansión Levésque.  La misma se encontraba con un camisón gris y su cabello recogido mientras sostenía un vela para alumbrarse el camino, era realmente hermoso verla estar ahí para Elizabeth.

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