❝ capítulo VIII ❞

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0.8:

『  ☆  』

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『  ☆  』

Versalles , Francia.
Cerca de las 20.30 hrs.

Finalmente había caído la noche, el ambiente fresco se sentía mucho más en la casa aún que las chimeneas dieran calidez. Las ventanas estaban levemente empañadas debido a la humedad y la temperatura que se diferenciaba con la de fuera, con aquella calidez aprovecho a cambiarse de ropa luego de haber dado un reconfortante baño y dormir toda la tarde. Sus cabellos aún mojados se habían atado en dos trenzas que llegaban a media espalda y caían ahora con suavidad por delante de sus hombros.

Se perfumó y dió brillo a sus labios, aún que no era amante del maquillaje cosa que en Francia sí lo fuera. Prefería una apariencia más natural, sin esconder sus raíces americanas y nativas de sus tierras. Unos pellizcos fueron suficientes para darle un poco de tono a sus mejillas, ¿Qué pensaría su futuro esposo de su apariencia? Ella no era blanca y como se sabía, las personas que no eran justamente pálidas se las veía como esclavos, esto lo había visto también en América.

¿Y sí le quitaba su libertad? Era gracioso como los burgueses ante está revolución pedían igualdad y libertad, cuando ellos mismo tenían trabajando a hombres y mujeres como esclavos. Si bien varios de ellos se estaban revelando contra sus "amos" era realmente asqueroso el trato que se les daba, por ejemplo no poder casarse sin consentimiento y sobre todo, el hecho de que no se podía tener una relación interracial.

Se miró al espejo, su color trigueño con mezclas en tono olivastro le encantaba. Su madre le decía que era un hermoso tono moreno dorado y que era un poco de ambos, Ginger era inglesa; blanca y pelirroja mientras que Connor era moreno y de cabellos oscuros, aún que claro también mestizo debido a que Haytham era blanco y Ziio nativa de América.

—es una pena que este color de piel sea peligroso para algunas personas— susurró acomodando sus cabellos.

Se le vino a la cabeza Guillaume Beylier, el miembro del concejo con el que compartía casi el mismo color de piel, al fin y al cabo ambos tenían tez oscura. Sabía que él había nacido en la colonia francesa de Santo Domingo y que fue esclavo de un rico, finalmente fue llevado a París para ser liberado. Ese hombre había pasado por tanto hasta finalmente ser un maestro asesino y miembro del concejo de la hermandad.

Suspiró y escucho el sonido de la puerta de entrada, su corazón se detuvo ante el susto mientras su cuerpo se tenso. Se levantó con cuidado de no arrastrar la silla antes de caminar hacia la ventana y correr levemente la cortina. Faith parecía estar contenta por la llegada de aquel hombre que Lizzy no pudo ver desde arriba.
Sus manos templaban y trató de calmarse caminando por la habitación, se miró al espejo acomodando su vestido color celeste con mezclas de tela blanca, era largo y para comodidad de la joven no llevaba corsé.

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