1791
La revolución francesa estaba a penas un susurro de desencadenarse para cuando Elizabeth llegó al país, un país comenzando un estado de conflicto social y guerra civil. Instalada en Versalles con su tía, no tardaría en encontrarse con la famili...
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Residencia Truswell. Versailles, 19.50 PM.
El sonido de la puerta alertó a la mujer que estaba en la casa. Faith caminó desde la cocina hasta la puerta de entrada, abriendo luego de otros dos golpes. Sus ojos se abrieron con curiosidad cuando se encontró con la figura de Arno delante de ella.
—Vaya, que agradable sorpresa, ¿en qué puedo ayudarte?— ella sonrió y movió la puerta para poder darle paso.
—Lamentó molestar— el francés se adentró. —Espero que no haya interrumpido algo importante.
—Oh no, todo estaba aburrido por aquí...
—¡Faith! ¿Quien está en la...? Oh...— la castaña suspiró al escuchar a su hermana menor caminar hacia ellos.
Arno se encontró de repente con una mujer que evidentemente era bastante refinada y educada, el aroma a rosas realmente se sentía incluso desde que entro en la casa pero ahora que la tenía delante, era mucho más fuerte. Notó las prendas rosadas con detalles en blanco, un vestido delicado y evidentemente, caro.
Por otro lado, la mujer de cabellos rubios miró al hombre delante de ella, estaba totalmente encantada con él a pesar de que seguramente, era tan humilde como la mitad de mayor parte de Francia, además, era un assassin. Aún así, notó como era un hombre bastante guapo y se notaba que lo estaba observando detalladamente. Era todo tan intenso que Faith no pudo evitar sentirse avergonzada por como los ojos de su hermana menor miraban al pobre francés y por eso, sintió necesario interrumpir esto.
—Arno, ella es la otra tía de Elizabeth, Prue. — presento, cerrando la puerta y caminando cerca de su hermana.
—No sabía que Lizzy tenía otra tía— el hombre se acercó y con un gesto divertido, tomó la mano de la mujer, besando el dorso de su mano.
—¿De quién crees que sacó su belleza? ¿De su padre?— Prue pareció molesta y Faith pareció mirarla con extrañeza ante ese comentario.
—Eso tendría sentido, sí la madre de Lizzy no fuera nuestra hermanastras, hermana.
—Bueno, pero tiene mis ojos. — acotó antes de sonreírle a Arno y ser empujada por su hermana mayor. —Oye...
