-Partida

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Aemma Targaryen


Algo producía un sonido raro en mi cabeza, sentía latir mi corazón dentro de mi.

Mi cabeza palpitaba ante el gran moretón, que me había ganado la noche anterior.

Ahora tenia un recuerdo vago de aquello, como si hubiera ocurrido hacía ya un largo tiempo.

Aunque apenas fue ayer...

Me gire sobre la almohada, gimiendo del dolor al apoyarme sobre mi brazo herido.

Me lo había ganado por mi torpeza, aunque mi padre también tenia algo de culpa en este asunto.

Anoche mientras huía, después del intento fallido de ir con Aemond, mi padre me sujeto fuerte del brazo, yo lo aleje, y por accidente caí al suelo.

Tambien rodaste por las escaleras, Aemma.

Mi cabeza recordaba aquel embarazoso momento, recordaba que estaba undida en la gran masa de tela de mi propio vestido, y después la repisa cayó justamente directo en mi cara.

Vaya espectáculo, Aemma.

Mi cabeza era mi propio enemigo en este momento, solo quería dormir más, pero el dolor que infringia aquella mancha morada y blancusca en mi hombro lo impedía.

No tardarían mis sirvientes y criadas en entrar a despertarme.

Aun no amanecía, pero partiriamos muy temprano, por lo que no me extrañaría que por la puerta irrumpiera varias mujeres regordetas viejas, y malhumoradas.

- En 3,2,1..- Dije alzando la cantidad de dedos mientras, decía uno sucesivamente.

Y ahí estaban.

- Buenos días, su alteza- Dijo la señora Pot, con una charola en la mano.

Le dio indicaciones a las muchachas, y sin más comenzaron con todo.

Mi pelo no era tan delicado ni sedoso como muchos creerían, siempre estaba muy esponjado y esta mañana parecía que había recibido un rayo.

En pocas palabras tenia los pelos parados.

Llego la señora regordeta prejuiciosa, me tomo de los brazos, comenzó a pasar sus manos por mi cara, para lavarla con el agua del tazón.

- Puedo hacerlo so..- Pero fui abofeteada con más agua directo en la cara.

La toalla también se arrastro por mi rostro, estaba señora tenia alrededor de unos cincuenta y cinco años, al menos diez años mayor que la señora Pot.

Ella era algo tosca en sus pasos, y algo brusca también, aunque nunca llegaba a lastimarme, ni infringirme ningún daño.

Tenia algo que me agradaba, pero alavés me molestaba, era sincera muy sincera.

Un exceso de sinceridad.

Cuando acabo por refregar mi cara, me tomaron por los hombros y me pararon frente a la cama.

De un jalón, tiraron de mi camizon, quedando desnuda ante todas.

Y si, esto significaba ser princesa, nada de privacidad.

- Pero mira que morena se está tornando tu piel- Dijo con una cara de asco.

No iba mentir, me había excedido con el sol, pero me gustaba hacerlo, la fastidiaba, segun ellas entre más clara mi piel mejor era.

Pero su juicio no acababa ahí.

- Le diré a los sirvientes que te preparen una crema de avena,  para aclarar esos codos y esas rodillas- Seguía repitiendo, mientras su mirada se paseaba juiciosamente entre cada centímetro de mi pequeño cuerpo.

Nothing to lose [Aemond Targaryen] Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz