Harry

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SEGUNDA PARTE

Después de salir de la penitenciaría, las despedidas finalizaron y comenzaron las bienvenidas. Louis lloró con entusiasmo cuando vio a su familia. Recibió con los brazos abiertos al tío David, que nunca cesó de apoyarlos, se llenó de gozo cuando sintió el aire fresco golpear su rostro, el ver la muchedumbre mientras era transportado, la coloración en las flores, los altos y vetustos árboles, los brillantes astros nocturnos y demás detalles que a simple vista, carecían de importancia. Le abarrotaron con palabras de aliento, con sonrisas complacidas, miradas de amor y hasta el mismo juez que lo sentenció le recibió lisonjero.

Pasado el éxtasis, Louis pidió una explicación muy meticulosa de cada vicisitud. Y entonces, el bulto de Kendall, varios metros de distancia, fue percibido.

― Todo fue posible gracias a la ayuda de tu amiga, Louis. Kendall vino a casa, relatándome su visión del reloj de Harry – Jay señaló a Kendall, llamándola con hervor.

― ¿Kendall? – Inquirió confundido.

― Sí, tu amiga, ahí está, mira. ¡Kendall, ven acá!

― ¿Mi amiga? – Entrecerró los ojos, tratando de reconocerla – Pero...

― ¡Ven ya, Kendall!, ¡No lo has saludado! – Tímidamente, la muchacha se fue acercando. Louis sonrió, reconociéndola; si bien, no se trataba de una amiga, sí de una compañera de universidad a la que esporádicamente veía.

Para sorpresa de Kendall, Louis se abalanzó sobre ella, casi asfixiándola con su abrazo.

― ¡Gracias!, ¡Muchas gracias!, estaré eternamente agradecido contigo – Kendall enrojeció como una cereza.

―No... sólo hice lo que debía... ― Balbuceó mirando cualquier parte, menos las zafiros, Kendall todavía sentía remordimiento de conciencia – Yo iba en una clase con Styles... por eso reconocí el reloj... ― Se mordió la lengua, ¿por qué carajo tartamudeaba tanto?

― Lo sé. Tú pintas, ¿verdad?... a Harry le gustaban tus pinturas y dibujos.

Entonces Kendall lo miró por primera vez, asombrada. ¿De verdad los bellísimos ojos de su Harry habían sido posados alguna vez sobre sus trabajos?

― Gracias... es decir – Golpeó su frente, sintiéndose estúpida – A mí me encantaba cómo tocaba el violonchelo.

― Era sublime – Sus ojos se nublaron – Iré a su tumba, será lo primero que haga.

― Y yo te acompañaré – Interrumpió un hombre que Louis desconocía, pero que curiosamente le recordaba a Harry; demasiado, debía agregar – Soy Des Styles, padre de Harry – Se presentó.

Kendall captó la significancia del momento y se marchó con una leve inclinación en su cuello, evidentemente, ella sobraba. Miró por última vez los ojos de Des y su mente se encargó de borrar las líneas del tiempo e imaginar la sonrisa de Harry incrustada en los labios del padre. Ah, el parecido era asombroso.

― Oh, señor Styles, nunca tuve el gusto de conocerle, pero Harry hablaba maravillas de usted – Inició Louis, tendiendo su mano.

― Y él de ti – Contestó, estrechándola.

― Es bueno escuchar eso, y aunque es muy tarde, déjeme darle el pésame.

― Muy gentil de tu parte, a pesar del desazón por el que has pasado.

― Desazón es poco, señor, ha sido una pesadilla. Afortunadamente ya pasó y no me queda más que iniciar de nuevo, aunque con una pérdida irreparable, como es la de Harry.

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