Capítulo 47

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Un Dios. Ese fue su primer pensamiento cuando vio a Zayn divirtiéndose con un grupo de reos en el patio principal; despojado de su camisa y vistiendo el clásico pantalón de la penitenciaría, el moreno brillaba con más intensidad que ninguno bajo la luz del Sol veraniego. Louis se escondió en un pequeño agujero cerca de las gradas, deseando alargar lo más posible su perfecta visión; no todos los días tenía la suerte de observarle con tanto descaro sin que el moreno se percatara. Suspiró, como una chiquilla enamorada, deleitándose con la perfecta fisionomía que tenía enfrente. Quería tocarlo, sentirse arrollado por su seguridad inquebrantable. Un Dios, eso es lo que era, uno que adoraba y amaba como nunca pensó sería capaz de querer. Todos sus movimientos eran regios, se desplazaba con el balón de basquetbol con una agilidad inigualable; saltaba, burlaba, y encestaba la pelota mientras sonreía con su habitual gesto de arrogancia.

El moreno giró el rostro; había sentido su intensa mirada. Lanzó el balón a uno de sus compañeros y se dirigió al escondite de su pequeño amante. En el camino, encendió un cigarrillo. Con cada metro, un nuevo detalle era revelado, Louis no podía quitarle la vista de encima; la piel bronceada húmeda por el sudor, las diminutas gotitas resbalando por sus pectorales, y el caminar, lento, con los hombros un poco echados hacia atrás.

— ¿Qué te ha parecido? —Los álgidos ojos miel le miraron a corta distancia.

—Sólo vi un poco, pero me entretuve... No sabía de tu gusto por el deporte —Tan cerca, su agridulce aroma lo hundía en un mar de deseo.

—Hay muchas cosas de mí que no sabes —Zayn le acorraló, impregnando la ligera camisa de Louis con su rocío natural —Quiero besarte.

Anunció, como si el más joven no estuviera acostumbrado a sus arranques. Ambos se refregaron en aquella esquina, escondidos de miradas ajenas. Excitado, el moreno introdujo su rodilla entre las piernas de Louis, obligando a que se abriera para él.

—Voy a tomarte aquí.

— ¡No! — Louis se apartó, de modo áspero — Aquí no, alguien podría vernos.

El Malik lo capturó de la muñeca, regresándolo con violencia. El libro de tapa gruesa que cargaba cayó en la tierra. Louis enfureció al momento.

— ¡Déjame! —Recogió el ejemplar con sumo cuidado, usando su propia camisa para limpiar la suciedad. Burlón, Zayn se lo arrebató.

—Vaya, es un libro de verdad —Examinó, hojeando rápidamente.

— ¡Por supuesto, es un regalo de mi madre! ¡Dámelo!

—Es una Biblia — Advirtió; una expresión de desprecio en sus facciones varoniles. —Leer éste tipo de cosas te atrofiará la hermosa cabecita —Añadió socarrón.

—Me ayuda a soportar la estancia en éste lugar —Quitó el libro de sus manos. Mirándole con enfado —No critiques lo que no conoces.

Zayn descubrió su sonrisa más perversa, aquella que hermanaba insidiosamente con sus ojos sombríos. Cruzó los antebrazos y empleó su pose más retadora.

—Pruébame.

Louis levantó la mirada, esperando el resto del chiste.

—Pregúntame cualquier pasaje. Si no acierto, te dejaré ir. Pero si lo hago, voy a cogerte aquí mismo. Te daré tres oportunidades.

El castaño desorbitó los ojos, a punto de reírse, sólo la postura tan seria de Zayn lo impidió.

— ¿Qué clase de broma es ésta? ¡Eso es imposible!

—Bueno, supongo que no quieres arriesgarte —alzó los hombros, restando importancia — quieres un revolcón garantizado.

Cortó su inexorable avance con las manos. Riendo relajado.

Prison loversWhere stories live. Discover now